Por suerte, Victoria no era una niña ingenua como Lota, a la que los demás engañaban con facilidad. En los últimos treinta años, había experimentado demasiadas cosas.
Sobre todo porque llevaba muchos años en el mundo de los negocios, lleno de engaños y complejidades. Había cultivado durante mucho tiempo un par de ojos agudos que podían leer a la gente.
Por lo tanto, Jordan no necesitaba decir mucho. Victoria lo sabía muy bien.
Victoria miró a Randall con desconfianza.
—Victoria, tú... ¿A qué viene esa mirada? ¿Crees lo que dijo Jordan? ¿Todavía lo amas tanto? ¿Crees todo lo que dice? —cuestionó Randall.
—Randall, no confío en él, confío en ti. Ya que eres un mutante dorado, ¡muéstrame hoy tu habilidad dorada!
Victoria claramente no creía a Randall, pero a propósito utilizó este método para atraerlo y que revelara su verdadera fuerza.
Randall dijo: