Dragón se dio cuenta de que no sería una batalla fácil y se puso aún más serio.
Si solo fueran él y su oponente, no estaría preocupado, pero Lota también estaba en el bus. Le preocupaba que la tomaran como rehén.
Sin embargo, Yamamoto Kazuo parecía buscarlo a él. Después de subir al transporte, apenas le prestó atención a la joven.
¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! Yamamoto Kazuo siguió lanzando golpes. Cada puñetazo contenía toda su fuerza, pero Dragón los esquivaba todos. Sus poderosos puños golpearon el asiento del autobús una y otra vez. Al instante aparecieron agujeros en el asiento de plástico barato.
—¡Ah! —exclamó Lota levantándose, sorprendida.
El conductor del autobús redujo rápidamente la velocidad y estuvo a punto de detener el vehículo. Exclamó: —Eh, ¿por qué pelean? No lo hagan. Si no se detienen, llamaré a la policía.
Sin embargo, nadie lo escuchó, y los dos siguieron luchando.