—¡Mm! Mmm...
Louis, al que le habían cubierto la cabeza con una bolsa negra y le habían amordazado la boca, fue introducido en una habitación por cuatro hombres. Sus ojos se abrieron de par en par con horror. Quería hablar, pero no podía decir nada. Lo único que pudo hacer fue emitir gritos ahogados. Los cuatro guardaespaldas que estaban a su lado se mantenían firmes. Era obvio a primera vista que estaban entrenados en artes marciales.
También había otro hombre sujetando su débil y delgado brazo. ¡Era como si pudiera retorcerlo y romperlo con sólo un poco de fuerza!
Louis estaba aterrorizado. No fue hasta que le obligaron a sentarse y le ataron firmemente con cuerdas que la otra parte le quitó por fin de la boca lo que estaban usando para amordazarle.
Louis se quedó sin aliento.