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11.76% Claverio / Chapter 2: capitulo 1

Kapitel 2: capitulo 1

Mis padres estuvieron allí, vieron como me trataron. Me culparon de algo que no cometí. No trataron de defenderme.

_ ¡Tío, Clindi no lo hice! ¡Por favor créame! ¡No lo hice!

_ Quisiera salvarte Nadin, pero no me dejas opción hasta que no confesas la verdad, no sabré como salvarte.

_ Estoy diciendo la verdad. Padre, madre es la verdad. Hermana mírame sabes bien que nunca haría lago así. ¿Por qué no me creen?

Esmeralda su hermana, le toma la barbilla bruscamente. Mirándola fijante enterrando en ella sus palabras sin aliento. Sus venenos letales.

_ Querida hermana tu tiempo aquí termino, tu reinado ha concluido.

Cuando escuchó eso, ella supo que no había remedio. No importa lo que ella diga la culparan. Su hermana le dice que «su tiempo ha culminado» y Ángelo le dijo ¿por qué es ella quien sigue viva? Sus padres no hacían nada para salvarla. No tenía fuerza para luchar más, no tenía más voz, estaba roca de tanto llorar y suplicar a que la escuchen. Nadie estuvo dispuesto a creer que es inocente. No había remedio, no tenía caso luchar más con ellos.

Don Clindi levanto la mano, unos policías la tomaron de brazos, como si fuera una basura sin importancia. La arrastraron fuera. Nadin ante de salir miro fijamente la cara de Ángelo, quien la miraba saliendo del lugar. El lugar que ella pisaría por última vez. No se despidió. Tal como ellos hicieron con ella. Su hermana sostenía una mirada más de sospechosa. Nadin se grabó la cara de sus padres al salir, y uno en particular el de Din Clindi y Ángelo.

Fue tirada, en la parte trasera del coche, y la cerraron. A pasos de unos momentos llegamos en una comisaria. Me encerraron de inmediato que llegue. Había otras chicas en la prisión en la celda donde estuve había algunas otras me miraban raro. No les preste atención porque no estaba de humor para hacer de peor en la que estoy.

No podía crees que la abandonaron así, en las personas que siempre tuvo confianza la dejaron sola a su suerte. Su padre y madre estuvieron allí. Simplemente decidieron no intervenir en esto. Ellos también la acusaron. En su cabeza se repetía las balas que sonaban en las varillas en el muelle. No había tiempo de ver quienes disparaban porque era una lluvia de balas.

Cada vez que intenta recordar cada fragmento de lo que paso, un fuerte dolo de cabeza la cubría. Se enfadaba y empezaba llorar más y más. La noche fue eterna. En la Manama una policía mujer, la agarro por el moño bruscamente para que despertara.

_ Aún tienes deseos de dormir, «Asesina»

_ ¡No soy una asesina!, no mate a nadie.

_ Espero que puedas seguir diciendo eso, frente al juez.

_ No soy una asesina.

Se repetía esa palabra constantemente, «No soy una asesina» «No soy una asesina» Después de un momento le tiraron, una ropa para que se cambiara. Miro la policía. Y le pregunto si eso significaba su libertad.

_ Iras a la corte niña, con tanto dinero aun así no te puedes salvar. Pero por lo que yo veo, tú no le importas a tu familia.

Escuchando esas palabras, muy lastimosa no respondió. Un río de lágrimas empezaron a brotar su sus ojos hundidos apagados como un bombillo sin energía. Las cosas se habían salido de lugar, ni siquiera tenía un abogado. No solo estaba a su suerte, estaba completamente abandonada.

Después de cambiarse, amarró su cabello de una sola cola, aun en este último momento donde podía ver la cara de las que los rodearon durante tanto tiempo. Que la dejaron sola, como una persona que nunca existió. Una mujer, toco la varilla de su celda.

_ ¿Estas lista, Nadin Stomcling?

Ella la miro segundo ante de responder, esa llamada de esa mujer, significaba una sola cosa. Su momento había llegado. Había llegado el momento de que le dicten el veredicto final, sin que supieran nada. Sin que supieran la verdad. Sin tener la oportunidad de expresar lo que paso esa noche.

La reja se abrió en dos, ella salió, no bajo la cabeza, no era culpable. Y agarraría esta misma palabra hasta el final. Era un Stomcling, y un Stomcling nunca bajaba la cabeza, aun frente a la muerte mandria la cabeza en alto. Eso es lo que ella aún creía. Que era un Stomcling aun.

Cuando llegaron a la puerta principal se abrió y pudo ver una luz blanca que opacaba su mirada, tras estar una noche y un día encerrado, no tenía noción del día. Y era caluroso y enfriado. No sabía absolutamente nada. No la esposaron, alguien la guio hasta su asiento. Mientras pasaba por el pasillo, pudo ver la cara de su padre, su madre, su hermana y algunos amigos. ¿Será que ellos alguna vez lo fueron? ¿Será que esos padres alguna vez lo fueron?

La cara de Ángelo, no enmarcaba nada de compasión, tenía las cejas fruncía, y una mirada penetrante que decían claramente su determinación. No estaba dispuesto a escuchar, tampoco estaba dispuesto a acertar el hecho de que ella aún estaba viva, y no su amada Amanda. Todas las miradas centraron ella. Estaba acostumbrada a ser el centro de atención. Estaba acostumbrada a ser mirada, o ignorada. Solo por ser un Stomcling. Todo les temía a un Stomcling por ser los segundo más poderosos. Eso es lo que al menos creía ella.

Fielmente confiada en sí misma. Nunca, nunca diría algo que la incriminaría. No daría acierto a ser inclinada injustamente. No dejaría que la culparan por algo que ella no cometió. El juez entra. Octavio sprikler, un juez de suprema corte. Claro que es lo que los Clindi no podían comprar. Aun viendo que estaba condenada seguía firmemente de pie, no bajaría la cabeza. No podía admitir que es culpable. Ella no fue la que lo mato.

No tenía quien la representara, ella sería su propia abogada. No tenía quien luchar por ella. Estaba sola. Y tenía que luchar para salir de esta jaula de leones. Inicio la sección de pregunta. Todo lo que ella respondía, la culpa le recaía encima. No tenía un abogado ella era su propio abogado. Como están estos leones listos para devorar a un simple oveja tenía que mantener una postura firme.

Algo con la que mantenerse de pie. Y aun firme ante esta tormenta.

_ Nadin Stomcling te declaras culpable, por el asesinato a sangre fría de tu acompañante en el muelle. La fallecida Amanda que en paz descanse.

_ ¡No!

Y todo en el público, comenzaron a murmurar. «Ella se declaró inocente» «Ella no acepta su culpa»Que sabían ellos, como es que la culpan sin saber la historia realmente. Como pudieron ellos culparla por algo que no hizo. ¿Qué derechos tenían ellos?

_ Todas las evidencia, recaen sobre usted, señorita aún quiere negarlo.

_ ¿Cuáles evidencia, si señoría?

_ El arma, las llamadas telefónicas.

_ Esa arma no es mia.

_ Señorita, su caso es tan complicado que nadie la acepta.

_ Nadie aceptaría un casi, donde el incriminado venga de un Stomcling, más si es incriminado por un Clindi.

Esas palabras la hundieron, esa verdad la llevo a la celda más peligrosa de todo City Orlens.

_ ¿Señorita, no mete ser condenada a cadena perpetua?

_ Yo no la mate.

Una línea de lágrimas decoro su hermosa cara redonda. Una línea de lágrimas que significaba su inocencia que no sería escuchado por ellos. Se volteó al público y grito en voz alta. Con toda la voz que tenía con ella. Con toda la que le quedaba de reserva.

_¡Yo no la mate, tiene que creerme! Yo no la mate, no haría algo así.

_ Piensas que te creeremos, cuando el arma que usaste tiene tus huellas. _ dijo Ángelo mirándola fríamente.

_ No la mate. Fui incriminada, no la mate.

_ Desacuerdo, al artículo.176_8 del código penal de criminales quedas ser la sospechas implicada al asesinato de Amanda. La sentencia que debes cumplir en la penitencia de City orlens. Diez años._ dijo el juez, sin escuchar más.

Diez años, tras las rejas. Diez años, pagando un crimen que no cometió. Ella voltio, a mirar las caras que la observaba para notar un poco de compasión de todo lo presente. Fue un destello. En la cara de Ángelo, solo había una sonrisa de triunfo, en la de su familia ni siquiera una emoción. Fue solo la sentencia de una cualquiera. Un don nadie.

El policía la arrastro y la encamino. Mientras caminaba grababa cada segundo, de cada cara que la observaba. Cada una de ella. Nunca serian borrada de su memoria. Esa injusticia no debe quedar impune.


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