En una casa rural al este de Escocia, en un pueblo perdido en medio de la nada, un hombre asiático y de piel oscura entró a un edificio.
No era un hombre tan alto, tal vez un metro ochenta y era el físico fornido lo que dio la sensación de que era más alto de lo normal.
Los ojos celestes que brillaban misteriosamente estaban puestos en sus alrededores.
Era completamente calvo y aunque no era tan guapo, tenía cierta madurez de un hombre en sus cuarenta y tantos.
Él entró al área y observando los cadáveres, antes de seguir caminando por el pasillo.
Los cadáveres eran sacerdotes y feligreses de una iglesia local terrícola y ahora todos estaban muertos con varios disparos.
El hombre se detuvo de repente cuando vio su reflejo en un espejo que estaba en el pasillo.
"Me veo guapo." Murmuró Víctor sonriendo animado.
Esta era su nueva identidad, Oda, un asiático de piel oscura que era un luchador y tenía unos notables ojos celestes.
Un hombre que llamaría la atención en cualquier parte y tal identidad era la que iba a usar para llamar la atención.
"Deja de distraerte."
Una rata diminuta salió de un agujero cercano y se transformó de repente al frente de Víctor.
La transformación fue grotesca y era normal cuando una pequeña rata capaz de meterse por grietas de la casa se convirtió en una mujer joven en sus veintitantos.
La carne, se deformaba, los huesos crecían y aumentaba lo suficiente como para ser asqueroso cada vez que alguien lo veía y esa mujer creció levantándose completamente desnuda.
Cabello negro, ojos grises y bastante guapa de rostro, siendo seductora y encantadora.
Por supuesto, lo que destacaba de esa mujer era su cuerpo y era imposible que no lo hiciera cuando estaba desnuda.
Piel blanca, pechos grandes, delgada y si uno bajaba hacia abajo, una cadera que resultaba atractiva.
"Que poca decencia." Dijo Víctor desviando la mirada sin observar las partes íntimas de esa mujer.
Meredith Holmes era una mujer que alcanzó el rango S y era una maga de curación especializada en la metamorfosis.
Era capaz de convertirse en una criatura diminuta como una rata y si alguien se dejaba engañar por su cuerpo, la sonrisa descarada, entonces probablemente terminaría en problemas.
Era peligrosa.
Y que se desnudara delante de él fue la prueba.
"Para ser la futura directora de la academia que Su Majestad Margaret desea abrir, careces de valores." Dijo Víctor sin mirar hacia atrás mientras escuchaba como esa mujer se ponía ropa.
Lo hizo lento y dejó que el sonido de la ropa deslizándose por la piel fuera evidente, provocando que él frunciera aún más el ceño.
Esta era la mujer que iba a ser la futura directora de una academia que la princesa Margaret crearía.
"Que tímido. No es como si estas masas de carne te hicieran daño. Aunque si te intimidan, puedo cambiarlo por algo más pequeño o puedo ponerme algo que cuelga ahí abajo." Dijo la voz a su espalda y riéndose al ver que él no miraba, comentó. "Un antiguo jugador conocido ahora teme a los pechos. Déjame suponer… ¿Alguien te espera del otro lado?"
Víctor frunció el ceño y no le importó ser descubierto, mientras que la mujer que antes estaba silenciosa caminó a su lado.
Esta vez estaba vestida y llevaba ropa ajustada que trataba de contener la parte superior y las caderas, siendo difícil decir si lo lograba.
"¿Es por eso que no te atreves a mirar a otra mujer? Ni siquiera te has excitado, es raro." Dijo Meredith y sonriendo descaradamente, señaló. "Siempre creí que las mujeres teníamos la ventaja en Terra nova. Nos podíamos embarazar, pero ustedes podían dejar a cualquier embarazada. El sexo era divertido de ese modo."
Terra nova era un mundo sin límite y los 'personajes' que los jugadores usaban eran réplicas exactas de los jugadores, con todas las funciones físicas y biológicas.
Lo que significaba que los hombres y mujeres podían tener relaciones, los primeros embarazando y las segundas quedaban embarazadas.
Como los personajes podían permanecer en un espacio independiente cuando se desconectaban, los jugadores podían desconectarse y no preocuparse, aunque era otro tema cuando uno 'moría' y el personaje 'renacía'.
Al final la pregunta tenía sentido.
¿Quiénes eran los que tenían la ventaja? ¿Aquellos que podían dejar su semilla por todas partes o aquellas que podían aceptar la semilla? La verdad era que Meredith estaba en lo correcto, ya que había métodos para evitar los embarazos no deseados en las mujeres.
Sin embargo, los hombres eran más estúpidos al no cuidarse y menos cuando las enfermedades de trasmisión sexual, no tenían sentido.
Y más cuando eran personajes, que no trataban con cuidado.
"¿Te pagaron para buscar información sobre mí o para desnudarte al frente mío?" Preguntó Víctor seriamente.
Vino a Gran Bretaña para trabajar para la princesa Margaret, ofreciendo los servicios de un rango S y le dieron la tarea de investigar este lugar con Meredith de compañera.
Tal vez lo estaban investigando y no era raro cuando esa mujer analizó su cuerpo, para averiguar si estaba excitado.
No lo estaba y era normal que no lo estuviera, cuando acababa ver a una rata convertirse a una humana de modo tan grotesco.
Aunque tampoco era que se excitara tan fácilmente por una mujer al azar.
"No respondiste a mi pregunta. ¿Tienes alguien en Terra nova? No entiendo por qué mantener la fidelidad." Dijo Meredith y sonriendo, preguntó. "¿No crees que ella debe estar olvidándote? Han pasado tres años desde Terra nova."
Lo estaba provocando.
Víctor se rio a carcajadas como si encontrara la idea de ser engañado divertida.
Estaban en el año 2031 en la primera semana de febrero y no había duda de que había pasado cierto tiempo desde Terra nova.
Algunos no podían olvidar, pero otros lo intentaban, queriendo formar nuevas parejas y familias olvidándose de aquellos de Terra nova.
Otros como él esperaron.
"¿Tres años? Una pequeña siesta para ella." Respondió Víctor y observando la curiosidad de la mujer, ordenó. "Vamos. Quiero cumplir la misión."
"Oh, una raza longeva. ¿Es un demonio? ¿Elfo? ¿Ninfa? ¿Alguna bestia rara? ¿No-muerto? ¿Elemental? ¿Alguna raza menos conocida o de otro plano?"
Meredith continuó con sus preguntas, queriendo averiguar cualquier pista de la persona a que se refería y Víctor la ignoró.
Entrando a otra sala vio los cuerpos de sacerdotes y feligreses muertos por disparos y también otras habilidades.
"¿Algún Dios? ¿O Semidiosa? Ellos viven muchos años y como tu amigo de Karzhal es probable que seas como él. Aunque en su caso se metió con una Primordial."
La voz sonó a su espalda y Víctor se tensó de inmediato revelando su aura de rango S y girándose observó a la mujer.
Justo cuando ella estuvo por abrir la boca, él se abalanzó tomándola del cuello y apretándola con fuerza la empujó en contra la pared, provocando que la pared se agrietara y ella gimió.
Víctor no le importó si era de dolor o placer.
"¿Quién eres?" Preguntó Víctor apretando el agarre.
Vino a trabajar para la Princesa Margaret, ya que junto a Karzhal tuvieron algunos trabajos sucios para la realeza y la verdad era que trabajaron para múltiples personas y organizaciones.
Fue antes de que la magia fuera evidente en el tiempo de Terra nova y el problema era que un asunto era que conocieran a Karzhal y otro era que conocieran la persona con la que su amigo estaba saliendo.
Y más importante, él actualmente no era 'Víctor' era 'Oda' alguien totalmente diferente.
"Te gusta rudo, ¿eh?" Preguntó Meredith y sonriendo, reveló. "No me preocupa. Este cuerpo aceptará todo."
Estaba siendo provocativa a propósito y sincera al mismo tiempo.
¿Cuánto habrá cambiado el cuerpo esa mujer? Sabía que era un rango S, pero por lo visto no era simplemente buena, sino que extraordinaria con los hechizos metamorfosis.
"Tiene sentido que Margaret te quiera como directora de su futura academia." Dijo Víctor soltando el agarre.
Su disfraz era perfecto y era porque Su Chin lo había diseñado, así que la persona que lo descubrió no fue porque él fue descubierto, sino que la única persona que lo conocía lo delató.
La Princesa Margaret lo delató.
"Si no estuviera tan ocupada, ella se pondría a sí misma." Respondió Meredith y sonriendo de vuelta como si las marcas en el cuello no fueran nada, preguntó. "¿Entonces, quieres hablar? Víctor."
La última pregunta fue seria y directa, dejando de lado ese lado provocativo que antes había estado usando.
También fue solemne, lo suficiente como para que él frunciera el ceño al escuchar su nombre.
Sin embargo, fue el tono que le recordó a alguien lo que llevó a que soltara un gruñido molesto.
"No pensé que fueras tan molesta y tuvieras tanto tiempo." Dijo Víctor y mirando los cadáveres, dudó. "¿No vamos a terminar este trabajo?"
Quiso centrarse en el trabajo, ya que le dio curiosidad.
Estos sacerdotes y feligreses locales no parecían sectarios o algo de ese estilo y parecían haber sido asesinados por armas y no habilidades.
"Ya lo terminé. Estos sacerdotes se metían con los creyentes, acostándose con las mujeres, tomando las virginidades de las niñas del pueblo, diciendo que los Dioses de la Tierra lo querían." Respondió Meredith y sonriendo, reveló. "Y los Dioses de la Tierra decretaron que quería a estos herejes muertos."
¿Dioses de la Tierra? ¿Ya se estaban moviendo?
La mayoría de las religiones, excepto algunas excepciones, eran parte de los Dioses de la Tierra y sus iglesias actuaron en nombre de esos dioses durante miles de años.
Ahora que los Dioses de la Tierra estaban teniendo un tiempo libre al no tener que encargarse de la barrera dimensional, empezaron a moverse.
Y parecían estar enojados con aquellos que actuaban en su nombre.
Fue evidente que esta misión no le fue pedida para que la resolviera, sino que para que pudiera encontrarse con Meredith y Víctor la observó atentamente mientras cruzaba sus brazos.
Queriendo escuchar lo que sucedía.
******
Terminando con el último plato de la cena, Agatha asintió para sí misma y salió a la sala, mirando hacia el patio.
"La escuela enseñan sobre habilidades y criaturas. También dicen que habrá clases de práctica. Buscaran en que son buenos los estudiantes y los entrenaran." Dijo Aurora a la pequeña niña que estaba delante de ella.
Ambas parecían tener la misma edad y la pequeña Alice asintió escuchando a Aurora con total atención.
"Eso suena bien…" Murmuró Alice en voz baja
"Sí. Sí. También agotador. Estoy nerviosa por ir." Respondió Aurora en una mezcla de nervios y emoción.
Ya había ido a la escuela de usuarios de habilidades que fue construida en Londres y si bien fue una prueba, pronto iría oficialmente.
Aurora finalmente eligió esa escuela y no era nada raro cuando ella estaba emocionada, especialmente a causa de que entre las habilidades que enseñaban estaba el arte de espada.
Estaban en febrero y faltaba poco para que cumpliera tres años y la verdad era que esa edad no era la suficiente alta como para que aprendiera algo como el manejo de la espada.
No importa cuánto ella creciera y su cuerpo se fortaleciera, no iba a poder manejar una espada, aunque era posible que si pudiera aprender a detectar la energía mágica y a usarla.
Aurora naturalmente era capaz de sentir la energía mágica y no era extraño que pudiera hacerlo conscientemente.
"Lo harás bien. No necesitas estar nerviosa." Dijo Alice en voz baja comiendo de una bolsa de papitas.
¿De dónde la saco? Agatha la observó y cuando Alice se dio cuenta de que era observada, ella se congeló y la ocultó a su espalda, mientras que Aurora también la ayudó a protegerla.
"¿Ya está la cena, mami?" Preguntó Aurora en modo adorable mientras se acercaba.
Estaba tratando de cubrir a su nueva amiga y era probable que ella fuera quien le diera aperitivos a Alice antes de la cena.
"Sí. Vayan a la mesa. Llamaré a Antón." Dijo Agatha y quedándose en la entrada a la sala.
Aurora le hizo una señal a Alice para que la siguiera y cuando esta última pasó por su lado bajó la cabeza con timidez, aferrándose a la bolsa.
"Está bien. Escuche que te gusta comer." Comentó Agatha y acarició la cabeza de Alice.
Al hacer contacto notó que a Alice le incomodo por la sorpresa y luego de mirarla, ella bajó la cabeza otra vez.
"Lo siento… Señora… A veces tengo hambre." Murmuró Alice en voz baja.
El modo que formulaba las oraciones fue diferente a Aurora.
Aurora era energética y se esforzaba para hablar bien y a veces le costaba, pero Alice hablaba perfectamente y siempre sonando indiferente, casi un tono seco.
Agatha acarició el cabello notando que ella se relajaba y le sonrió a la amiga inesperada que su hija trajo hace unas semanas.
"No te preocupes. Hoy hice mucha comida y podrás comer todo lo que quieras." Dijo Agatha sonriendo cálidamente.
Alice la observó con esos ojos negros tan característicos que no revelaban nada y a pesar de que tales ojos ocultaban una profundidad única, fue evidente que estaba interesada por la comida.
"¿Todo lo que quiera?" Preguntó Alice inclinando la cabeza.
Aurora se cubrió su boca con la mano riéndose en voz baja, provocando que Alice se avergonzara y bajara la cabeza.
"Por supuesto. También hice postre." Respondió Agatha y cuando Alice volvió a levantar la mirada, le acarició la cabeza y sonrió. "No necesitas estar tensa aquí. Cuando tengas hambre dilo y te haré algo delicioso."
La respuesta de Alice fue asentir animada… Lo suficiente animada, que alguien que no mostraba emociones podía estar.
"Tampoco necesitas estar tensa. Ya sé quién eres." Dijo Agatha y viendo que Alice se ponía rígida, la tomó de las mejillas y estirándola suavemente, comentó. "Una adorable y encantadora pequeña."
Alice se relajó y frunció el ceño al mostrar que no le gustaba que le piñizcaran las suaves mejillas, provocando que Agatha se riera de lo adorable que era.
Su hija no había traído nunca una amiga hasta ahora y a pesar de que Alice podía ser indiferente y muchas cosas, en realidad era adorable.
No se trataba de que se comportaba como una niña, sino que la ingenuidad honesta que mostraba.
"¡Madre! ¡A ella no le gusta que seas tan pegajosa!" Exclamó Aurora protegiendo a su amiga.
"¿Es así? ¿Incluso por un postre extra?" Preguntó Agatha y al darse cuenta de que Alice la miraba como si le dijera que continuará, se rio suavemente y añadió. "Vayan a esperar."
Quizás Alice se acercó a Aurora por su cuenta, pero era una niña que se cerraba por completo y el mejor modo de acercarse a ella era a través de la comida.
Alice le recordaba a su hijo, que era silencioso y serio, con la única diferencia que Alice no solo era indiferente, sino que desapegada.
Y a pesar de que mostraba ese desapego que una niña no debería tener, era curiosa y alguien capaz de tomarse los juegos de Aurora con seriedad.
Viéndolas irse, Agatha se detuvo un momento y luego agitó la cabeza.
Estaba feliz de que su hija tuviera una amiga y a Alice se veía como alguien solitaria, que también requería una amiga, así que estuvo bien para Agatha.
Acercándose a la puerta del edificio vio a Antón hablando con un hombre vestido de traje que le dio una sonrisa al salir.
"¿No te quieres quedar a cenar, James?" Preguntó Agatha al verlo hablar con Antón.
Se presentó como el tutor de Alice, pero…
"No. Su Excelencia estará más cómoda sin alguien como yo cerca." Respondió James Wiley.
Según lo que había investigado, ese hombre estaba abriendo restaurantes y dirigiendo una empresa de comida.
Le estaba yendo bastante bien.
Sin embargo, a pesar de que era tratado como tutor de Alice al menos legalmente, él no la trataba como tal.
"Bien. Le preguntaré si se quiere quedar a dormir hoy. Así que no te preocupes." Respondió Agatha observando al hombre, quien asintió y se retiró, conduciendo el auto.
Antón, que se acercó, le dio una sonrisa.
"James no parece un mal tipo." Dijo Antón mientras la observaba.
¿Por qué lo dijo? ¿Fue por el tono que ella usaba? ¿La mirada? Agatha se dio cuenta de que James se fue rápidamente al sentirse incómodo y tal vez fue ella la causa.
Ella no tuvo que pensar demasiado en la razón por tratarlo de esa manera, ya que…
"Ni siquiera la trata como una niña." Reveló Agatha y frunciendo el ceño, comentó. "Alice es una adorable niña."
Una niña adorable y solitaria que no parecía tener nada que le interesara y que daba la impresión de estar desapegada de todo.
Sin embargo, en esa indiferencia que mostraba, Agatha era capaz de ver soledad y tal soledad le recordaba a su pasado.
No iba a negar que ella fue alguien indiferente desde joven y que no era capaz de sentir emociones, hasta el punto de que incluso en este momento le costaba sentir algunas emociones.
Su esposo la cambió completamente y por lo que estaba viendo, Aurora era alguien que logró acercarse a Alice y tal vez sería quien lograra que ella se abriera.
"Bien. Vamos. He preparado una deliciosa cena para hoy." Dijo Agatha sonriendo para animarse.
Lo único que le importaba a ella era que Aurora tuviera una amiga y Agatha no iba a negar la idea de que esta amiga, le importaba.
Le recordaba un poco a ella misma, al menos en la actitud.
Volviendo al comedor, Agatha vio a ambas niñas subiendo a sus propios asientos totalmente acomodados mientras que Alice llevaba una bolsa de papitas y le estaba convidando a Aurora.
Cuando los vio llegar, se volvió a congelar, al darse cuenta de que la atraparon de vuelta con las manos en la bolsa.
"¿Puedo?" Preguntó Antón al acercarse a Alice y cuando la adorable pequeña asintió, ese hombre sacó unas papitas y le guiñó el ojo. "Son deliciosas."
Aurora consiguió la bolsa de papitas y Agatha en este momento se dio cuenta de quien fue la persona que se las compró.
¿Así que ese hombre se estaba ganando el corazón de la amiga de su hija con comida? Agatha sonrió, ya que su esposo siempre fue excelente con los niños.
Sirviendo con la ayuda de su esposo a ambas niñas, Agatha, cuando estaba llevando el plato, se dio cuenta de que Alice observaba un trozo de carne más grande.
A pesar de que ya tenía un plato lleno delante de ella, deseaba más.
Era una pequeña glotona que siempre quería más y a pesar de que actuaba distante era fácil ver que le gustaba la comida.
No actuaba infantil, solo que era tan honesta y tan directa con sus pocos deseos que era agradable.
"¿Lo quieres?" Preguntó Agatha y al ver que Alice asentía animada, pidió. "Entonces tienes que pedirlo adorablemente."
La observó y Alice, que se sintió nerviosa, dudó, pero al ver que el pedazo de carne era más grande que el que tenía ella, asintió y la observó.
"¿Puedo tenerlo… Mama?" Preguntó Alice observándola.
A pesar de que le costaba expresar sus emociones y esos ojos negros eran indiferentes, ella fue adorable y Agatha la observó petrificada en el lugar.
Estaba usando la misma técnica que Aurora utilizó antes y funcionó con un éxito absoluto.
"Serás una rompecorazones cuando crezcas." Murmuró Agatha entregando la porción y observándola, sonrió y comentó. "Por supuesto, hija mía."
Alice se retorció en su asiento y no era que fuera llamada 'hija', sino que contenta por el trozo de carne extra, que no fue intercambiado, sino que se le fue dado.
Era demasiado linda y Agatha no pudo ocultar su sonrisa, admitiendo que fue un ataque que la afectó incluso a ella.
Por más extraño que fuera el pensamiento… No sonaba tan mal que alguien tan adorable la llamara madre.
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