Ella miró al pequeño pueblo.
Había escuchado que era animado para ser un lugar en medio de la nada, pero ahora dudó sobre ello, al sentir la atmósfera.
Los residentes tenían expresiones pesadas… No, no eran solo las personas que vivían en esta área, sino que también se trataba de los mercenarios, trabajadores y milicianos.
Sus expresiones tensas eran evidentes.
Ella sabía la razón… El 'Gran Kan' los había amenazado y ahora ya estaba en la frontera de este antiguo país.
El ejército de ese señor de la guerra estaba cerca y los rumores de que tenían un ejército con vehículos militares llevó a que todos estuvieran tensos.
Era cierto que alguien fuerte saldría inmune a un disparo, pero aquí presente no había tanto individuos fuertes.
Lo que significaba que, si trataban de resistirse, podrían terminar sufriendo.
Era por eso que la atmósfera estaba tan pesada y seria, como si se acercara su fin.
¿La Empresa Apicius los abandonará?
¿Se llevará a los mercenarios y a su gente?
Si se resisten y pierden, ellos serían considerados como miembros de la oposición, así que era muy seguro que el Gran Kan los eliminara a todos para dar un ejemplo a aquellos que querían resistirse.
Este año estaba empezando con un ambiente demasiado deprimente.
"Cardenal Brousseau ya hemos preparado lo que usted nos pidió." Informó un anciano con cabello blanco canoso.
James Wiley, CEO de la Empresa Apicius que surgió luego del Gran Cataclismo.
Antes de ese suceso era un empresario medianamente conocido y que terminó retirándose, tan solo para luego reaparecer con una pequeña niña.
Algunos dicen que era su hija ilegítima, otros decían que la había adoptado debido a que no tenía familia, pero no se encontró la respuesta debido a que tiempo después esa niña fue adoptada por dos miembros de la iglesia que en la actualidad tienen un alto rango.
Y ese hombre inicio una empresa que al día de hoy era mundialmente conocida.
Ahora esa niña y su hermana estaban en medio de áfrica… Y ahora no solo James estaba aquí, sino que ella fue enviada por el mismo Sumo Pontífice.
En medio de la guerra europea-demoniaca, quien sería la futura dirigente de la Iglesia del Tiempo y el Espacio estaba en áfrica.
Le gustaría pensar que era un asunto político y que el Sumo Pontífice Abraham deseaba apartarla, tomando el pedido ayuda de dos de sus miembros más poderosas para apoyar a sus hijas, pero ella no creía que tal cosa fuera cierto.
Se inclinaba más por la influencia de sus dos altos miembros, pero aun así era difícil decir.
Sin embargo, la Cardenal Brousseau obedeció las órdenes a pesar de que la guerra estaba en marcha y la iglesia estaba llevando a cabo un movimiento que conmocionaría al mundo.
El comienzo del año 2044 iba a ser bastante sorprendente para muchos.
"¿Y cómo va la guerra?" Preguntó James con una sonrisa.
"Difícil de decir, muchos de nuestros paladines y altos rangos se encuentran en esa área. Pero todavía sigue siendo muy complicado. El Arcángel Miguel está presente, junto a viejos poderosos como el Anciano Harris o el Director Vincent. Aun así, la influencia demoniaca se está extendiendo hasta las fronteras de la India." Informó la Cardenal Brousseau y con un tono serio, detalló. "El Rey de Arabia también se ha movilizado, pero para proteger su frontera. Sin embargo, incluso con su apoyo, nos encontramos en una situación difícil."
Dos rangos SSS estaban presentes en esa guerra y aun con ellos era complicado precisar la situación.
"La India tiene una bestia santa y si los demonios llegan a esa zona tendrán dificultades." Respondió James y dando una sonrisa, señaló. "Han llegado un gran número de demonios, algunos son 'reyes' de rango SS, pero no son idiotas."
La Cardenal Brousseau miró ese anciano y él dio una sonrisa.
"Enfrentarse a 'calamidades' de frente es una estupidez. El Arcángel Miguel es poderoso, pero si se usan tácticas menos directas, entonces la guerra puede pasar de una invasión a guerra de guerrilla para protegerse… Y cuando eso suceda, los ataques demoniacos serán temibles. Una bestia acorralada muerde, pero un demonio sacrifica todo para seguir viviendo." Mencionó James y con un tono serio, comentó. "Una vez que sean presionados, rezaran a existencias aterradoras y hasta pueden unirse. La humanidad también hará lo mismo, pero ambos se arrancarán un pedazo de su cuerpo para ganar."
Si no fuera por esos portales demoniacos que el lunático Malik Zamora abrió, entonces era posible que la tierra no tuviera demonios.
Si bien había 'demonios corruptos' que se transformaban a partir de humanos, los verdaderos demonios eran seres temibles.
Algunos podían estar locos y ser estúpidos, pero otros se movían en secreto y no le importaba causar grandes pérdidas.
Ahora que habían llegado estaban luchando para mantener sus intereses como si fuera una invasión, pero la preocupación de que no pudieran volver y la fuerza de la humanidad, estaba aumentando la escala de la guerra.
Si son acorralados, a ellos no les importarían atacar con todo a las ciudades humanas.
Esa era una gran preocupación a nivel mundial y razón por la cual países mantenían la mayor parte de sus fuerzas en reserva protegiendo las fronteras.
Ahora sucedían los ataques demoniacos, pero eran los más lunáticos quienes realizaban tales ataques y no todos.
"Además, no todos los demonios son seres malvados." Dijo James y cuando recibió su mirada, mencionó. "Algunos tienen intereses diferentes. El Rey Demonio Pacífico apoya al Gremio 'Los Caídos' siendo una de las fuerzas más tenaces en lo que queda de Turquía."
Reuniendo a los usuarios de habilidades de los países que habían caído durante la guerra demoniaca y durante la guerra contra Malik, el gremio 'Los Caídos' se convirtió en una potencia por su cuenta.
Individuos que perdieron sus hogares y sus tierras, se levantaron empujados por múltiples razones bajo el liderazgo de un extravagante joven.
"Para estar en medio de áfrica, usted sabe mucho." Señaló la Cardenal Brousseau.
"Por supuesto, nosotros patrocinamos a ese gremio y a su líder. En cierta forma somos socios." Respondió James y al recibir la mirada, se rio y comentó. "Las posibilidades de relacionarse con un Rey Demonio por ese medio es muy alta y eso significa que nosotros podemos obtener beneficios."
Una sonrisa típica de un comerciante que buscaba obtener cualquier tipo de beneficio sin importarle las circunstancias a nivel mundial cubrió el rostro de ese anciano.
"Por supuesto, la idea principal es alcanzar el éxito de este proyecto." Dijo James mirando lo que estaba adelante.
Un portal estaba siendo abierto por parte de algunos miembros de la iglesia y mercenarios.
La Cardenal Brousseau no dijo nada.
Su misión también era apoyar lo que se estaba construyendo aquí y evitar cualquier percance.
A pesar de que la situación a nivel mundial estaba a punto de cambiar y ese cambio era traído por la Iglesia del Tiempo y el Espacio, el Sumo Pontífice Abraham igualmente dispuso recursos para apoyar el surgimiento de este 'oasis'.
La Empresa Apicius, en vez de rechazarlos, lo acepto gratamente a pesar de que era posible que a diferencia de la Ciudad Atlántida, que se fundó solo por la Empresa Cosmos, ellos tengan que compartir el 'poder' por la influencia de aquellos con quienes cooperaron.
¿Fue enviada para tratar de que una empresa no se aprovechara de la gente y los recursos teniendo un poder absoluto o el Sumo Pontífice deseaba que naciera otra ciudad Atlántida en el desierto?
Al final no importaba y ella se concentró en las dos jovencitas que estaban cerca y que se acercaron por una señal de James.
"Cardenal Brousseau déjeme presentarle a Aurora y Alice Campbell, ellas son quienes comenzaron todo esto." Presentó James con una sonrisa.
La Cardenal Brousseau miró a esas jovencitas y no pudo evitar suspirar.
A sus ojos eran niñas…
Aurora era delicada y delgada, teniendo una apariencia de una joven que todavía no había madurado y era encantadoramente tierna.
Sin embargo, eso era su apariencia, ya que su postura y su mirada estaba llena de seriedad y profesionalismo.
Sus ojos negros brillaban como una noche llenas de estrella, dejando ver una vitalidad única, que contrarrestaba esa oscuridad en lo profundo de su interior.
Alice, por su parte, tenía una bolsa de papitas en sus manos y a pesar de que tenían la misma edad, ella había obtenido un encanto único como una flor en pleno florecimiento.
Aun así, sus ojos eran aburridos e indiferentes, dejando solo su concentración en su comida.
"Gracias por venir a ayudarnos Cardenal Brousseau." Dijo Aurora inclinándose con un tono formal.
Su tono era sincero y se notaba que venía desde el fondo de su corazón, lo que hizo que la Cardenal Brousseau se riera.
Quizás no la había reconocido, ya que había rejuvenecido un poco, pero la Cardenal Brousseau la había visto algunas veces cuando era niña.
Su trabajo con sus padres le permitió conocerla antes, pero no solo la conocía de ese lado.
Sabía quién era cuando usaba su máscara.
Extremadamente talentosa, alcanzado el Rango S a una edad demasiado joven y con una capacidad abrumadora, esa joven fue parte de eventos que niñas de su edad no deberían involucrarse.
Al igual como antes que había ayudado en otras áreas, ahora Aurora estaba aquí ayudando usando su verdadera apariencia.
Muy joven, con objetivos e ideales claros y a pesar de que alcanzó una gran altura no tenía una pizca de arrogancia.
Sin embargo, el costo fue a perder su infancia y ahora su adolescencia.
A la Cardenal Brousseau le gustaría creer a los padres de esa niña cuando decían orgullosamente que sus hijas eran problemáticas, pero no pudo.
La manera que esa niña se inclinaba agradecida pareciendo una buena niña fue agradable y la Cardenal Brousseau le dio un abrazo sorprendiendo a la joven.
"Puedes llamarme, Fiona." Dijo la Cardenal Brousseau con una sonrisa.
El cuerpo de la joven se tensó al ser abrazada, y luego se relajó al saber que solo era un abrazo maternal, y cuando la Cardenal Brousseau miró a la hermana que le gustaban las papitas, se dio cuenta de ella ya había huido.
Solo tenían quince años y a esa edad deberían estar en la escuela sufriendo o disfrutando su tiempo escolar, conociendo a personas nuevas, haciendo amigos, teniendo su primer amor y sufriendo por ello.
Pero estaban aquí… En medio de áfrica luchando para ayudar a otros.
"No creo que pueda." Murmuró Aurora y cuando la Cardenal Brousseau se separó, la joven se rascó su mejilla y declaró. "Usted es muy importante."
Se notaba algo avergonzada y tímida a la hora de acercarse alguien de alto estatus y la Cardenal Brousseau dio una sonrisa.
A pesar de sus acciones y de que ambas eran rangos S seguían siendo unas niñas.
"Bueno, tenemos un largo camino para cambiar eso." Dijo la Cardenal Brousseau y dando la orden de que activen el portal, mencionó. "Después de todo, me quedaré en este lugar por mucho tiempo."
Su mirada se dirigió a los paladines y sacerdotes que estaban saliendo del portal trayendo todo tipo de objetos.
Dejando en evidencia que la Iglesia del Tiempo y el Espacio había llegado a este pequeño pueblo llamado Zerzura.
******
Una sombra de oscuridad se movió por la noche alejándose del pueblo y luego se detuvo cuando un anciano se interpuso en su camino.
James miró la sombra y luego observó cómo dos jovencitas surgían de la oscuridad.
Aurora llevaba una armadura de batalla con una coraza, botas y hombreras metálicas, parecía un joven espadachín con tintes medievales.
Sin embargo, no estaba disfrazada por completo, ya que no llevaba dos espadas en sus caderas y tampoco la máscara, solamente una espada larga en su cadera.
En este momento era Aurora Campbell, una joven desconocida.
"¿Fue Alice?" Preguntó Aurora desviando su mirada a su hermana quien bajo la cabeza como un cachorrito.
Estaba buscando la razón por la cual ahora estaba siendo detenida.
"En parte fue ella, otra parte tus padres y por último… No puedo arriesgar a los accionistas o a dos de ellas." Dijo James sin inmutarse, tomando una postura seria.
A diferencia de la jovencita obediente que vio la Cardenal Brousseau, ahora los ojos de esa joven brillaban con una frialdad siniestra y una voluntad inquebrantable.
Era imposible detener lo que iba a hacer.
Sus palabras la relajaron un poco, pero eso fue todo… Ella dejaría este lugar y se dirigiría a su objetivo esta noche, para mañana hacer que todos desaparecieran.
Iba a eliminar la causa del miedo de la gente y aquel que causaba devastación por estas tierras… Iba a eliminar al Gran Kan.
"…"
El silencio se extendió y ella miró a su alrededor, identificando las presencias que la rodeaban con unos sentidos agudos.
La atmósfera seria se volvió más fuerte, y cuando James recibió la mirada de Alice, dio una sonrisa.
"Las fuerzas enemigas son más altas de lo que crees y también hay muchas personas capturadas. Desde mercenarios, esclavos y locales. Será difícil luchar contra ellos y proteger a la gente." Dijo James y mirando a Alice, agregó. "Incluso si tiene su ayuda."
Aurora se quedó en silencio al escuchar esas palabras.
Solo estaba escuchando, pero todavía se podía notar que no cambiaría de opinión.
"Y por último no estás sola. Ahora se está construyendo algo y aunque lo quieres o no, es por ti." Señaló James con seriedad y mirando a Aurora, anunció. "No importa si no deseas organizar las cosas. Ahora nosotros estamos aquí por ustedes dos, pero si algo les pasa, no nos quedaremos."
Era una amenaza clara y en cierta forma era la verdad.
La única razón por la cual llegaron aquí fueron por ellas y esa era la razón por la cual estaba presente también la iglesia… Entender ese punto era vital si deseaban seguir moviéndose y construir este oasis.
"No les pido que se detengan. Ahora todos estamos en el mismo barco y eso significa que hay que cargar con las responsabilidades y las consecuencias todos juntos." Dijo James con una expresión seria.
No las trato como unas niñas y eso era porque ambas no lo eran.
"Lo siento. Me dejé llevar, estoy acostumbrada a actuar sola." Dijo Aurora y al mirar a Alice dio una suave sonrisa y murmuró. "Al menos nosotros dos."
No se quejó, no rebatió sus palabras, sino que se disculpó entendiendo el punto de vista que le trataba de trasmitir.
Ellos estaban aquí por ambas y la Iglesia del Tiempo y el Espacio era lo mismo, no era arrogancia, era un hecho.
Moverse asumiendo todas las cargas no era algo que podían hacer cuando las consecuencias del fallo o éxito serian tratados por otras personas.
Se estaba construyendo una ciudad y si bien se necesitaba fuerza para eliminar a sus enemigos y sobrevivir en este lugar salvaje, también se necesitaba prestar atención a las demás responsabilidades.
"Está bien. Cuando ustedes se unen, se potencian entre ustedes." Bromeó James con una sonrisa y dando una mirada seria, declaró. "De todas formas, deja que te acompañen para proporcionarte algo de ayuda."
Con esas palabras hizo que Nicholas y Makeba se revelaran acompañados de un hombre adulto, de mirada fría y aspecto solemne, vestido de una túnica de mago antigua.
"Ya conoces a Nicholas y Makeba, pero él es nuevo. Abdellah El Ouazzani trabaja para la Empresa Apicius desde hace un tiempo, siendo miembro de la seguridad de la empresa como mercenario." Dijo James y al ver que el hombre con facciones de oriente medio asentía en saludo, agregó. "Un mago espacial de Rango S, le proporcionará ayuda para evitar bajas civiles y será quien lleve los refuerzos cuando sea necesario."
Aurora los observó detenidamente por un momento y luego asintió.
"Ambos son profesionales, así que seguirán las órdenes." Agregó James con seriedad.
No era mentira que le gustaba actuar a las dos juntas por si solas y eso significaba que carecían de experiencia para tomar el mando y liderazgo en general.
Agregando su juventud y su apariencia, las personas la subestimaban y a pesar de que decían que no le importaba, a veces podía resultar molesto y por sobre todo problemático cuando ellas decidieran lideran.
Sin embargo, eran molestias que debían superar y más cuando necesitarían ayuda para actuar.
A diferencia de lo que él esperaba, Aurora aceptó y tras hablar con el nuevo grupo, todos partieron.
Y James envió un mensaje ordenándole a los otros mercenarios que se prepararan para ir a buscar a la gente cuando fueran rescatados de las manos del señor de la guerra.
Entonces la Cardenal Brousseau apareció desde donde estaba oculta y preparó sus paladines.
Iban a realizar un ataque sorpresa, yendo con todo… Eso significaba que necesitaban un grupo pequeño para actuar.
Si antes Aurora y Alice tenía confianza para hacerlo por su cuenta, con el grupo de apoyo solo aseguraban una mayor tasa de éxito.
En cuanto a los demás, iban a ser refuerzos para encargarse de todo lo posterior.
"No creo que sea posible darle una vida de un adolescente común. No, ella no la tomara y lo evitara." Dijo James con seriedad y entrecruzando sus brazos, mencionó. "Pero eso no significa que no puedas apoyarla. Solo tiene que aprender que no está sola y contar con la gente que la rodea."
Para James, Aurora era alguien que trabajaba sola, cargando con las responsabilidades por su cuenta y también con las consecuencias, pero a la vez no aceptando los beneficios.
La ciudad que se estaba construyendo la tenía como base a ella… Siendo ella quien trajo las otras personas para ayudar y era ella quien los mantenía unidos.
Si Aurora se hubiera ido cuando llegó la ayuda, entonces su importancia disminuiría, pero no lo hizo.
Y al igual que ahora que iba a moverse por su cuenta, en el futuro seguiría moviéndose para ayudar cargando con más peso.
Aurora estaba atando a su existencia otras personas y un ejemplo era Makeba, quien decididamente la siguió cuando se enteró de lo que ellas estaban por hacer en secreto.
Eso seguiría sucediendo en el futuro y eso no era solo por su carisma, sino que por sus propias acciones.
Sin embargo, Aurora tenía que darse cuenta de que no estaba sola y que si bien hasta ahora lo que estaban haciendo no era grande, en el futuro lo sería.
Y cuando llegara ese momento, sus acciones llevarían el peso de una ciudad… De Zerzura.