_Rachins: No suelo hacer esto, ¡así que es mejor que se muevan de una vez!
Rachins finalmente cedió ante la persuasión de Subaru, y se preparaba para llamar a Reinhard.
La multitud, que había estado susurrando "¿Ya van a empezar?" y "¿Por fin lo harán?" retrocedió, decepcionada, mientras Rachins levantaba una mano, comenzando a invocar una bola de fuego.
Al ver el remolino de mana rojo del atributo de fuego —Goa— Subaru tuvo una extraña sensación de desconexión.
Esta vez, la situación debería cambiar drásticamente.
Aunque era un caso de persuasión más bien extrema, igualmente emocionaba a Subaru saber que podía trabajar con Rachins de esta manera, aunque las acciones de Rachins fueran para sobrevivir.
Se podría decir que esto era parcialmente el resultado de cómo había madurado Subaru en el último año, y el hecho de haber derrotado a Petelgeuse. Rachins también había cambiado en el último año.
Si ni Subaru ni Rachins hubieran cambiado, esta colaboración no podría haber ocurrido.
Por lo tanto, éste era el resultado de una optimista y, al mismo tiempo, realista maduración positiva.
Reinhard vendría aquí.
Como resultado, lidiar con Ira también sería fácil. Por muy poderoso que sea el enemigo, sería ridiculizado por el Santo de la Espada. El poder de Ira seguramente no haría efecto sobre Reinhard. Por alguna misteriosa razón, Subaru confiaba hasta ese punto en Reinhard.
_Rachins: ¡Goa!
Rachins recitó el conjuro, y una llama roja brotó del brazo que tenía levantado.
La llama se elevó por los aires y explotó con un sonido seco en el cielo azul.
Ya sea que fueran fuegos artificiales o magia, se veía un poco lamentable, pero presuntamente esa señal sería más que suficiente para el héroe que estaban buscando.
Quizá lo que pasó después fue debido a ese confuso alivio.
Subaru, dando por sentado que Reinhard estaba por llegar, se permitió bajar un poco la guardia. Pero tal vez se relajó tanto, que dejó de prestar atención a sus alrededores.
_Sirius: —Vaya. Parece que hay una bola de fuego en el cielo. Qué luz tan hermosa y cegadora.
Naturalmente, el enemigo estaría atento a cualquier alboroto cerca de la torre.
Sirius, apareciendo en la torre, usaba, como siempre, esa venda que cubría su rostro.
Sin embargo, la expresión que tenía obviamente era una sonrisa; algo en el tono de su voz reflejaba a un ave cantando bajo el sol de la primavera.
Sirius puso una mano encima de sus ojos y miró hacia la luz de la bola de fuego.
Parecía mirar esa llama roja con la misma admiración que la mayoría de las personas mostrarían al ver fuegos artificiales.
_Sirius: ¡Vale! Bien, todo el mundo, lo siento. ¡Buenos dí~as!
Ese sonido inusualmente agudo llamó la atención de la multitud, que volteó a ver a Sirius.
Incluso Subaru lo hizo. Por lo que, no podía culpar a la gente por su reacción.
_Subaru: ¡¡No!! ¡¡No miren!!
Al ver esa feroz sonrisa vendada por el rabillo del ojo, inmediatamente emitió una ruidosa advertencia.
Sin embargo, ni una sola persona hizo caso a su advertencia y apartó la mirada. Obviamente, el propio Subaru tuvo el mismo sentimiento la primera vez que tuvieron contacto.
Aun habiendo girado el rostro, su mejilla izquierda todavía podía sentir esa intensidad.
Esas viciosas olas de peligro que existían para amenazarlo.
¿Acaso alguien podía apartar la mirada al enfrentarse con un sangriento carnívoro? Mirar hacia otro lado teniendo en frente un par de colmillos afilados era algo que sólo podían permitirse aquellos que ya se habían dado por vencidos en la vida.
Rehusándose a morir, su instinto humano hizo que dirigieran la mirada hacia Sirius.
_Sirius: Vaya. El silencio llegó antes de lo que esperaba. Debe ser gracias al hecho de que esos dos llamaron su atención antes de que yo apareciera. Muchas gracias. Por favor aplaudan a esos dos jóvenes.
Sirius aplaudió mientras hablaba, y las cadenas atadas a sus manos resonaban en el suelo, al tiempo que contemplaba a Subaru y Rachins, quien aún tenía su brazo extendido.
Subaru, sintiendo una brisa fresca en su rostro, rechinó los dientes y trató de no reaccionar ante la mirada de Sirius.
Rachins ya había sido atrapado por Sirius, así que redirigir su atención sería imposible. Hiciera lo que hiciera, Subaru sería incapaz de influir en Rachins, y sólo lograría que Sirius también lo atrapara.
De hecho, ahora Subaru no podía ni cubrirse los oídos.
Él ya esperaba que el encanto de Sirius se volvería irresistible por el simple hecho de ser consciente de ella. Por lo tanto, la intención de Subaru era apartar la mirada y cubrir sus oídos inmediatamente. Aunque hacerlo le dejaba indefenso, al menos no estaría sometido a la manipulación mental de Sirius.
Pero esa contramedida premeditada no era posible después de que sus ojos fueran capturados.
Y obviamente se cubriría las orejas para evitar escuchar la voz de Sirius.
Sin embargo, ¿por qué se privaría de disfrutar de un sonido tan placentero?
_Subaru: …
Su atención se centró en ella, Subaru se olvidó de sí mismo y se giró para mirar a Sirius.
Sirius observó a Subaru mientras lo hacía, aplaudiendo alegremente y sacudiendo su cuerpo de un lado al otro. Las cadenas volvieron a frotarse contra el suelo con una fricción metálica. Emitían un estruendo, como si reflejaran al corazón de Subaru siendo aplastado contra el suelo.
_Sirius: ¡Vale! Tardaron 19 segundos en mirarme todos. Lo siento, pero estoy muy feliz. Y, aunque no sé por qué, parece que hay un niño por aquí que me ama mucho más de lo que yo esperaba. Bien, entonces, tengo que presentarme.
Mientras hablaba, Sirius bajó la cabeza en señal de respeto, encontrándose con un remolino de miradas ansiosas.
Levantando la cabeza, y disfrutando de las miradas de todos,
_Sirius: Soy la Arzobispa del Pecado de la Ira del Culto de la Bruja. Me llamo Sirius Romanée-Conti.
Dio a conocer su intimidante nombre.
Ese título debería haber sido símbolo de disgusto y terror, debería haber evocado una respuesta increíblemente negativa.
Pero, en vez de eso, mientras comenzaba su discurso, la multitud reaccionó como si se hubiera presentado una vecina amigable y cercana.
_Sirius: Oh, gracias. Lamento tener que malgastar su tiempo así. Sin embargo, por favor tengan la seguridad de que terminaré con esto tan pronto como me sea posible. 』
_???: —¿Lo harás? Entonces qué suerte que vine tan rápido como pude.
_Sirius: …
Sirius bajó la cabeza nuevamente, y Subaru con el resto de la multitud se giró hacia el lado.
Todos estaban mirando hacia la vía acuática que pasaba por detrás de la plaza. Un suave flujo de agua estalló junto a la silueta de alguien que se movía a una velocidad increíble.
Allí, una llama roja ardió, y unos ojos claros de color celeste parpadearon.
Su rostro, precioso e impasible, fue venerado por todo aquel que había posado su mirada sobre él.
Un héroe es lo que todos los humanos habían deseado en el fondo de sus corazones, y la existencia de ese héroe era ahora una realidad.
_Reinhard: Buscar un atajo me tomó algo de tiempo. Perdón por llegar tarde.
El héroe no había tardado cinco minutos, sino treinta segundos, y aun así ofreció una disculpa.
Habiendo corrido por las calles — no, habiendo viajado por las vías acuáticas, el recién llegado Santo de la Espada inspeccionó rápidamente con sus ojos al círculo de gente, antes de alzar la mirada hacia Ira y suspirar.
_Reinhard: Comprendo por qué se me llamó. Juzgaste correctamente, Rachins. ¿O fuiste tú, Subaru?
Saltando del agua al suelo, y luego a la plaza, Reinhard le dio un alivio al tenso Rachins, y unas palmaditas en los hombros a Subaru.
Al ver que ese toque era real, Subaru exhaló jadeante varias veces y todo su cuerpo se estremeció.
_Subaru: ¿Rei—Reinhard?
_Reinhard: Sí, soy yo. Por lo que puedo ver, esto es una emergencia. En la cima de esa torre… hay un Arzobispo del Pecado, ¿verdad?
Reinhard, asintiendo tranquilizadoramente, se convirtió en el centro de atención.
Subaru vio cómo sus preciosas cejas se fruncieron cuando eligió deliberadamente no mirar a Sirius. Reinhard parecía entender el peligro que aquello suponía.
_Subaru: Ella tiene una habilidad de lavado de cerebro. Aunque se siente un poco mejor ahora… si llegara a oír su voz o a mirarla ahora, volvería a caer bajo ella enseguida.
_Reinhard: Lo sé. Y no sólo es con el sonido y la mirada. Parece que el simple hecho de que esté presente tiene ese efecto. No sé si podría mantener la calma si me quedo demasiado tiempo cerca de ella.
_Subaru: ¡No puede ser, ¿incluso tú…?!
Al oír la declaración de vulnerabilidad de Reinhard, Subaru cayó en una indescriptible desesperación.
Aunque no tenía motivos para creerlo, había estado convencido de que, mientras Reinhard estuviera allí, todo iría bien. Sin embargo, el propio Reinhard le dijo a Subaru que no era inmune al efecto de Sirius.
En ese caso, tener una idea de cómo derrotar a esa presencia malvada se volvía exponencialmente más difícil.
_Sirius: Corrígeme si me equivoco, pero, ¿podrías ser tú el famoso Santo de la Espada? Si es así… ¡éste será un día maravilloso!
_Reinhard: Tal y como dijiste, soy Reinhard van Astrea, el actual heredero del título de Santo de la Espada. Desafortunadamente, creo que el título me queda grande ahora.
_Sirius: ¡En absoluto! ¡Pero no pasa nada! Es muy bueno tenerte por aquí. Porque eres el caballero en el que más confía este país y en quien han depositado las más altas expectativas. Todos te aman, y tú los amas a todos. ¡Eres la encarnación de mi esperanza! ¡Mi ideal del Amor!
_Reinhard: ¿Lo soy?
De hecho, Sirius movía ruidosamente sus manos, danzando salvajemente llena de alegría. Aunque Reinhard no la miraba, estaba teniendo una charla con ella de manera bastante casual.
Subaru habló ansiosamente.
_Subaru: E-ey, Reinhard… seguir así no es bueno. No es nada bueno. Va a ser muy malo. Pero no puedo decir por qué.
_Reinhard: …Ese parece ser el caso. Y no sólo aplica conmigo. Considerando a los demás, no debería alargar esto mucho más.
Subaru debería sentirse ansioso, pero gradualmente dejó de ser consciente de por qué no se sentía de esa manera. Al ver a Subaru ladear la cabeza por la confusión, Reinhard suspiró y dio un paso al frente.
Y entonces:
_Subaru: ¿Reinhard?
_Reinhard: No puedo aguantar mucho más de esta manera… así que me desharé del problema tan pronto como pueda.
En el momento en que esas palabras salieron de su boca, las piernas de Reinhard se tensaron y saltó hacia delante.
Era el mismo movimiento que usó para salir de la vía acuática — pero esta vez, produjo una explosión ondulante, y todos en el área se quedaron sin aliento al ser impactados por las ondas en el suelo.
Dejando atrás ese asombro, Reinhard convirtió esa energía en impulso.
_Sirius: ¡Ajajaja! ¡Aah, qué extraordinario!
El Santo de la Espada salió disparado del suelo y, sin esfuerzo alguno, sacó a Sirius de la torre, lanzándola hacia el cielo.