Por hoy, todo había terminado. El jefe tenía razón, el proyecto iba a ser un poco largo, pero aunque sea difícil de creer YoonGi ayudo en lo que pudo. De regreso a la empresa pude notar que mi amigo estaba raro, tenía la mirada perdida y no dejaba de mover sus dedos, jugando con ellos. Luego le preguntaré lo que le pasa.
Una vez ya adentro de mi oficina me dispuse a organizar las carpetas y meterlas en el archivero, con YoonGi entrando silenciosamente detrás de mí aún con su vista pérdida y, acto seguido, sentándose en la silla de mi escritorio.
— ¿Me dirás lo que te pasa o tengo que adivinar?— pregunte sentándome en sus piernas.
— No me pasa nada, solo estaba pensando— responde él jugando con su celular.
— ¿Tú piensas?
— Más que tú, claro que pienso- se ríe y guarda su celular—. Escucha... Por muy raro que suene quiero que te alejes de TaeHyung, es por tu bien, no te lo tomes a mal.
— Espera, ¿por qué me pides que me aleje de él? Por Dios, YoonGi. En ambos sentidos es imposible, trabajamos juntos y estás loco si piensas que te haré caso.
— Brie, entiende, lo hago por tu bien, no quiero que te acerques a él, ¿quedó claro?
— No eres mi hermano mayor para decirme qué hacer o qué no hacer, no sé si te das cuenta pero estoy trabajando con él y será difícil que tú me prohíbas acercarme a TaeHyung, ya está dicho— lo sé, tal vez soné algo dura pero era la verdad.
— Te lo estoy diciendo antes de que sea tarde y te des cuenta de la clase de persona que es ese tal TaeHyung.
— De acuerdo, YoonGi, fue suficiente, no sé qué es lo que te pasa, pero te pido que te detengas ¿si? Eres mi amigo y no quiero discutir esto contigo.
Él suelta un suspiro antes de responder: — Bien, has lo que quieras, pero ten en cuenta que te lo advertí.
— Estaré bien, siempre lo estoy— doy una leve sonrisa antes de abrazar al pelinegro.
Duramos un rato así hasta que somos interrumpidos cuando golpean la puerta, me separo de YoonGi y la abro.
— Hola, ¿interrumpo algo?— dice apenado el rey de Roma.
— No.
— Sí.
Décimos YoonGi y yo al mismo tiempo.
— Estábamos hablando de algo importante pero ya terminamos— sonrió y miro a YoonGi, a lo que él rueda los ojos limitándose a asentir dándome la razón.
— Bueno, yo me tengo que ir, adiós, Brie— dice el pelinegro abrazándome, luego se dirige a Tae y se va sin decir otra palabra.
— Eso fue... Incómodo— murmura el más alto rascándose la nuca haciendo una leve mueca.
— Descuida, siempre es así, te acostumbraras— hago un ademan con mi mano restándole importancia.
— Yo... Me preguntaba si querías ir por algo de comer a la cafetería cerca, ya sabes que últimamente con todo este trabajo es bueno descansar, así podemos tener la mente más despejada.
— Claro, déjame llamar a May y nos vamos todos juntos.
— May dijo que se iría con tu amigo, también que me encargará de llevarte a ti— ¡Maldita! Me deja otra vez abandonada... Bueno tampoco es que me queje tanto, un café con tu crush no se consigue todos los días
— Pues en ese caso, supongo que está bien— guardo mis cosas en mi bolso revisando un mensaje de May que confirmaba las palabras del fotógrafo.
Teniendo todo listo y organizado, salimos de mi oficina para irnos a la cafetería, pasando antes por el auto de Tae en el estacionamiento, a estas horas la cafetería no estaba muy llena, normalmente hay más clientes por las mañanas, y en la tarde no suele haber casi nadie aquí, ya que la mayoría están en sus casas o en sus largas jornadas de trabajo.
— Hola, chicos, es bueno verlos por aquí— sonríe Suzy al vernos llegar.
— Si, bueno, ya sabes— sonrió y me siento una de las mesas con TaeHyung frente a mí—, hemos estado ocupados con proyectos.
— May me contó sobre eso, ¿cómo va todo?— conversa mientras lleva los pedidos a la mesa que está detrás de nosotros.
— Bastante bien, aunque es largo y yo realmente necesito uno de tus deliciosos cupcakes— respondo haciendo un puchero provocando que Suzy se ría.
— Que sean dos. Por favor— dice mi acompañante.
— En seguida— hace un saludo militar y se va, no pasan más de dos minutos y nos trae los cupcakes junto a unas bebidas, aunque ninguno de los dos pidió lo último, agradecimos el gesto—. Mi abuelita siempre decía: "es mejor un cupcake bien acompañado por una malteada, a que te seque la boca por comerse solo".
— Y tiene razón, mi mamá es el cupcake y yo la malteada— sale la pequeña EunJi con su delantal de cocinera.
— Hola, EunJi. ¿Tienes algo especial para mí hoy?— pregunta Tae poniendo en sus piernas a la niña.
— Sipi. Te lo traeré si me compras la película que te dije— sonríe inocente.
— ¡EunJi!, no seas maleducada— dice Suzy poniendo sus manos en su cintura.
— Tranquila, yo le había prometido la película y, justamente, aquí la tengo— saca de su chaqueta la carátula de una película infantil y se la da a EunJi.
Es tan hermoso... Señor, si me escuchas, te pido que me des un hijo de este hombre, yo no me voy a quejar del proceso.
Pasamos la tarde comiendo y hablando con Suzy, quien es madre soltera, hace unos años su esposo murió en un accidente de construcción y, a pesar de ser joven y con una niña de 5 años, pudo conseguir empleo en la cafetería de la empresa en la que estoy, con el dinero que ganaba obtuvo su propio local.
Cuando ya llegó la hora de cerrar, nos despedimos de la madre y la hija, tomando primero el camino a mi casa.
— Listo, fue todo por el día de hoy, supongo— suspira Tae, estacionando el auto cerca del edificio en el que vivo.
Okay, Brie. Es ahora o nunca, tu puedes chica, primero lo seduces y luego... Luego lo llevas a tu trampa, sí, eso.
— Tae, ¿quieres pasar a mi apartamento?, es tarde y de alguna forma quiero devolverte el favor por lo de la otra vez— muy bien, estúpida. Sonaste como una desesperada. ¡Pensará que estás loca!
— Descuida, no tienes que devolverme nada— sonríe.
No sonrías así, le haces daño a mi pobre corazón.
— Bien, nos vemos mañana. Y gracias por traerme.
— No hay de que, te veo luego— arranca cuando ya estoy fuera del auto.
Con un leve suspiro, entró al edificio y subo al piso que me corresponde, para luego dejarme caer en el sofá con una estúpida sonrisa en mi rostro sintiendo un conocido cosquilleo en mi vientre. Hormonas. Pasan unos minutos en los que intento dejar de sonreír, pues las mejillas me empezaron a doler, por lo que pongo mis manos en mis cachetes y los devuelvo a su lugar, asegurándome de no recordar a dicho fotógrafo cuya sonrisa me vuelve loca. Miro el ventanal del apartamento notando que empezó a llover, por lo que me levanto y empiezo a desconectar cualquier cosa que pueda llegar a ocasionar un accidente, culpo de esto a mi madre por meterme el miedo y la costumbre de apagar todo desde que era pequeña.
Dejó una lámpara encendida y reproduzco una película en el computador, pasan los primeros minutos hasta que golpean la puerta, obligándome a levantarme de la comodidad de mi sofá para ir a atender.
— ¿Quién es?— pregunto, casi gritando, dirigiéndome a la puerta.
— La pizza— responden al otro lado. Frunzo el ceño confundida, puesto a que yo no había ordenado ninguna pizza y el tono de voz es diferente al de YoonGi y al de May.
Abro la puerta lentamente, quedando paralizada al instante por la imagen del hombre que se presenta ante mí.