Sin duda, esa losa de piedra era un objeto de misión vital.
Al adquirir ese objeto, el trío sintió inmediatamente que ese viaje no era en vano. Después de una cuidadosa inspección y afirmando que no habían pasado nada por alto, decidieron irse.
Después, se dieron cuenta de que los nativos contratados habían cortado el pulgar derecho de los miembros de la tribu Ndipaya, antes de convertirlos en collares que colgaban en sus cuellos. Creían que la fuerza del enemigo podía quedar atrapada en esos accesorios.
Antes de subir a las canoas, Mbenga de repente corrió mientras gritaba "wulawula" en voz alta.
Luego hizo una señal a Sheyan mientras levantaba una estaca de madera y corría de regreso a esa cabaña más grande. Entonces, rompió esas enormes cerámicas y esperó un momento.