Solo el camarero parecía una persona civilizada dentro de ese bar. Sobre sus calcetines ajustados a la piel, llevaba unos vaqueros holgados y un traje con grandes botones. Sobre el traje, había un abrigo de aspecto chino, y debajo de él una camisa beige sin cuello.
Al notar que el trío se estaba reuniendo, el camarero distante murmuró.
—Solo ron y cerveza, ¿cuántas tazas?
Sheyan colocó sin rodeos una guinea dorada en el mostrador, mientras hablaba.
—Nuestro tiempo es limitado, solo esperamos obtener alguna información de ustedes; sus maravillosas bebidas no nos atraen.
El camarero soltó una risa astuta al aceptar la monedita de oro que ofrecía una respuesta. Luego, continuó.
—Aquí solo hay ron y cerveza, ¿cuántas tazas?
La expresión de Sheyan cambió.
—No estamos aquí por un trago.
El camarero reveló una astuta sonrisa y respondió.
—Puedes irte entonces.
Sheyan de repente estalló en risas histéricas.