Me quedé sin habla y sólo pude verlo a los ojos. Sentí frío pero mi piel no había reaccionado. Sentí calor pero no tenía fiebre.
Tenía muchas ganas de llorar. Ya no sabía que debería sentir y qué pensar. Mi mente era un remolino ahora y parecía que ese remolino iba a succionarme y enloquecer todo mi pensamiento lógico.
Un par de lágrimas empezó a rodar por mi mejilla y la vista se me empaño como los vidrios de un auto cuando se lo deja afuera y el rocio lo baña.
Ese hombre se quedó quieto y esperando algo, como un experto cazador y un hábil depredador. Pero cuando vio que estaba por llorar, se quedó congelado. No sabía qué hacer cuando alguien derramaba lágrimas.
-- Entonces, se podría considerar que eres mi padre?-- le pregunte apenas recupere el habla.
-- En teoría sí-- se sorprendió que no haya aparecido mi lado violento y que tuviera un perfecto autocontrol.
-- Y por qué en teoría?-- le pregunte algo confundida por sus misterios.
-- Yo sólo aporte el esperma a la ecuación, quien te crió debería ser tu verdadero padre-- explica su papel.
Lo miré con asco y asombro. A él parecía no importarle lo que pasé y lo que me habían hecho. Ni siquiera parecía molestarle que estuviera ejerciendo una profesión un tanto peligrosa para un vampiro.
Me di media vuelta y avance con paso seguro hasta donde comenzaba la escalera para volver al piso de mi puesto.
Voltee el rostro sólo para verlo desde el rabillo de mi ojo izquierdo.
-- No sé qué vienes a buscar, pero no te he importado desde hace mucho tiempo-- vi para mi placer que mis palabras lo estaban impactando--. Pero no me busques más, porque para ti yo no soy tu hija-- y me fui.