Joseph juntó sus manos en oración
«¡Gracias, Dios!»
Su deseo había sido complido.
Hace treinta años, cuando él era joven, le gustaba ver películas de artes marciales. ¡Desde entonces, el rezaba día y noche que Dios le diera la oportunidad de apreciar verdadero Kung Fu chino, el tipo de arte marcial que hacía que uno fuera capaz de caminar sobre nieve sin dejar huellas e invocar un dragón dorado con solo tu palma! Entonces, el finalmente podría ver lo que él había soñado.
¡Sin embargo, él había estado rezando por ello por casi una década! ¡Diez años como un día! Cada día, después de dormir, el soñaba que caía por un acantilado y encontraba una técnica mágica o que entraba en las profundidades de algunas montañas por una aventura y que se encontraba con un hombre viejo de pelo blanco quien le transmitirá todo su poder marcial y demás.