El grosor que fluía alrededor de la Llave Azul era como la marea en un océano que rozaba la amalgama de demonios primigenios sin cesar, fundiendo la repugnante y distorsionada negrura. Los sentimientos negativos que ya eran casi tangibles fueron zanjados poco a poco.
El arrebato indiscriminado de Harex en el momento crítico parecía bastante efectivo. La amalgama de demonios primigenios donde se escondía la voluntad del Señor del Infierno se ralentizó de repente y no pudo fundirse en su cuerpo. No obstante, las partes suyas que ya se habían derretido se estremecían en el Torrente Azul, sin mostrar ningún signo de desmembramiento en absoluto.
Todo parecía estar indicando a la perfección el plan de Maltimus. ¡Estaba esperando a que el arrebato de Harex se detuviera y así fundirse del todo con él antes de que se desmadrara de nuevo!