A pesar de que Natasha no entendía bien por qué Lucien se puso tan serio de repente, su opinión sobre la ley de causalidad y su firme actitud hacían que los terribles sentimientos en su corazón se derritieran como la nieve bajo la luz del sol de todas formas. Un mundo donde todo estaba predestinado e inmutable era el más desesperante y anodino.
Al sentir el calor de su mano y oyendo su voz grave, Natasha recuperó pronto su optimismo natural. Sin preocuparse más por el tema, sonrió.
—¿Estás planeando elaborar una ópera para mí?
—¿Cómo lo has sabido? —Lucien estaba algo sorprendido.
Natasha se rio y dijo.
—Mis ojos son muy perspicaces. Esta tarde vi un manuscrito, Valquiria, en tu estantería de tu biblioteca, y creo que es para mí.
Ella no mostró modestia alguna respecto "Valquiria" y pensó con total naturalidad que era para ella.
Lucien lanzó un suspiro.