—Tendré mucho miedo si no lo haces. —Yan Se rio entre dientes mientras tomaba su piruleta y se la metía en la boca a Lu Bai—. Hablas demasiado.
Lu Bai se sobresaltó y la escupió. —¿Cómo te atreves a meterme tu saliva en la boca? —No hablaba mucho, solo unas pocas palabras en el mejor de los casos, pensó.
—Dejemos de fingir, incluso nos hemos besado antes. —Le vino a la mente la escena de su primer beso con Lu Bai, cuando lo ató y lo tuvo a su merced—. De repente tengo ganas de hacerlo de nuevo.
—¡Cómo te atreves!
—No tengo miedo de nada. ¿Me estás incitando a hacerlo de nuevo? Me gusta. —Yan Se rio a carcajadas. De repente pisó el acelerador y el auto aceleró.
Lu Bai miró por la ventana el paisaje que pasaba rápidamente mientras apretaba los labios. Si Yan Se, se atrevía a hacerle algo otra vez, decidió que no la perdonaría.
—Reservé una habitación de hotel para ti. Pero después de las burlas, decidí llevarte a mi casa —dijo Yan Se.