—Bien, quién sabe, los hombres son tan desagradables. Siempre aprecian tan poco lo que tienen, y están tan pendientes de lo que les falta. Me refiero a que nuestra Lu aún sigue siendo atractiva a su manera, es solo que tuvo que quedarse abajo...
La conversación no era del interés de Lu.
Tan solo ella sabía la verdad de quién era Chen, ya no más en este mundo.
Parado en el pasillo fuera del recinto, Huo estaba fumando un cigarro. Columnas de humo salían de su nariz mientras sus dedos cortaban su adicción.
Él sonreía amargamente mientras escuchaba las habladurías que se sentían detrás del muro.
Mientras tanto adentro, dos chicos se situaban cada uno al lado de ella antes de que Lu se pudiera dar cuenta. Ella ya estaba haciendo otro brindis, hasta que uno de los chicos la agarró del brazo.
—Zhao Yang, mi chica, qué aburrido sería que tomaras sola. Vamos, hagamos un brindis.
—Déjame —dijo Lu inexpresivamente mirando cómo le tomaba el brazo.
—Okey, bien, princesa —dijo el chico alegremente—. Vamos a ir a un karaoke más tarde y tú vas a ir con nosotros.
Lu no estaba de ánimo para entretener a sus amigos mientras vertía otra copa de vino en su boca, cuyo gesto entero daba luz verde al próximo coqueteo.
—Vamos, una más, por nuestra clase —él rápidamente llenó la copa para ella, sabiendo que era una oportunidad de oro para probar una belleza en su miseria.
Antes de que ella la alcanzara con su mano, ya había sido llevada a su boca toda la copa. —Zahoyang, ¿qué tal un brindis de brazos cruzados? —era una costumbre en la cultura China que uno envolviera el brazo del otro para brindar, normalmente como un gesto de matrimonio. Y eso explicaba la atención de sus compañeros sobre ella nuevamente.
Ella ya no sabía qué decir para despistar la atención.
Y eso fue cuando un golpe en la puerta los atrapó.
La gruesa puerta cubierta con una almohadilla aislante de sonido estaba levemente abierta, mientras que el guapo Huo Yunting apareció en escena y atrajo a todas las chicas, incluyendo a Lu.
Cómo es posible, está aquí…
Huo, con sus ojos totalmente en Lu, caminó hacia ella con una fantástica sonrisa refinada por su diabólica naturaleza, y muy naturalmente dijo: —Lo que pasó es que estaba comiendo al lado, el gerente te reconoció y entonces vine a recogerte. Te llevaré a casa esta noche.
Lu no pudo tomar la sorpresa muy bien, mientras dejaba de respirar por unos segundos a medida que veía al hombre acercarse.
¿Qué está planeando otra vez?
Ella pudo saber la respuesta en cuanto Huo dijo la frase "te llevaré a casa", con una rápida subida de cejas.
¡Tiene un plan!
Podría haber una dócil sonrisa de Huo aun cuando los chicos miraban hacia otro lado. Entre esas divertidas levantadas de cejas, parecía haber una intensa advertencia viniendo de él, sin ningún contacto directo sobre su mujer de cualquier manera.
Aquel chico hablador se calló e inconscientemente, como si le estuviera dando la bienvenida al verdadero rey de las bestias, sacó su silla del lado de Lu para Huo, quien se sentó sin siquiera importarle este personaje.
Él volteó su cabeza hacia Lu, a medida que hablaba atentamente. —Comerás algo y nos iremos después.
Lu Zhaoyang le devolvió una irregular mirada mientras que sus manos temblorosamente cogían los palillos chinos, puso un sashimi en su boca y comenzó a masticar muy muy lento.
Se suponía que era una exquisitez, sin embargo, ella no pudo probar nada más que un confuso miedo.
El recinto se quedó completamente en silencio, tanto que las chicas quedaron estupefactas.
Y ellas pensaban que Lu Zhaoyang era la despreciada, cuándo un mejor hombre, probablemente más pudiente y más prestigioso, había justo aparecido.
—Te llevaré a casa esta noche.
La frase era bastante insinuante.
¿Cuál era su relación?
Después de un momento de asombroso silencio, la atmósfera de conversación volvió, con el foco, por supuesto, en el héroe y la heroína del chisme más grande de todos los tiempos.