El hombre cambió la mirada del libro de texto a su hijo, sólo para verlo moverse hacia un lado con la mirada desanimada. Él sonrió y se sentó en la silla de la mesa.
Yichen suspiró aliviado. Su padre extendió su mano, y al instante, fue arrastrado a sus fuerte brazos con un suave tirón.
Mientras se sentaba en el regazo de su padre, olía su suave pero fresca fragancia. No pudo evitar hundirse más profundamente en su abrazo.
―Papá, no he terminado con todos los problemas de matemáticas…
―¿Cuál?
La voz hipnotizante del hombre resonó desde la coronilla de su cabeza.
Yichen volteó su cuaderno hacia donde estaban escritas sus respuestas y luego señaló a unos cuantos problemas.
―Realmente no sé cómo hacer…. este.
Mu Yazhe agarró su lápiz mientras mantenía su compostura. Escribió varias fórmulas de multiplicación en el cuaderno y el problema se resolvió en un santiamén.