Los suaves pies de ella caminaron por los pasillos hasta el dormitorio con un pote de helado en la mano. La mirada de preocupación en el rostro no era algo que Shen Yi esperaba ver cuando ella entró en la habitación.
—¿Qué sucede? —La suave barítona voz del esposo, hizo que Lu Xinyi fuera consciente de que estaba parada en el mismo lugar junto al umbral—¿No es ese mi helado?
—Nop, ¡este es mío! —La expresión de preocupación en el rostro de ella fue reemplazada por una mueca de enojo. La señora Jin pudo comprar helado para la siguiente receta de ella, pero compró del sabor equivocado. Lu Xinyi necesitaba helado de vainilla, pero, en su lugar, la vieja señora compró de crema y galletitas
Ella cerró la puerta con el pie y se sentó en el borde de la cama.