Lin Yun apenas pudo resistir el ataque de los cien Leopardos Mágicos apoyándose en él.
En cuanto al Rey Leopardo Mágico, este puso a Lin Yun en situaciones peligrosas. Pero Lin Yun usó todo su poder para detenerlo momentáneamente.
Tras conseguir la ventaja, no se atrevió a relajarse. Lanzó veinte Llamaradas seguidas, cuyas explosiones resonaron una detrás de la otra. No se atrevía a respirar, ya que temía cometer un error que le hiciera perder la ventaja.
Para ese entonces, Lin Yun ya había lanzado treinta Llamaradas.
Cualquier Alto Mago de nivel dos ya habría agotado todo su maná. La situación era grave, Lin Yun superaba por completo sus propias habilidades de lanzamiento y su escasez de hechizos trascendía las reglas de la magia. Era como una máquina sobrecargada; tenía un gran peso sobre su maná y su mente.
Ni siquiera Lin Yun podía pelear así durante mucho tiempo.