Después de inscribir su Marca Espiritual en el corazón, Lin Li no fue a ningún otro lugar, ni siquiera a la sala de exposición que Connoris había mencionado. Sabía que sería inútil aunque fuera allí. Todo el Horno Eterno había sido limpiado. Además del cristal mágico del dragón de fuego y de Connoris, el bicho raro medio martillo, medio demonio, todo lo demás había sido enviado al Mausoleo de Osric.
Antes de abandonar la Grieta del Vacío, dejó un rastro de fuerza mental dentro del corazón gigantesco. Eso le permitía controlar el Horno Eterno en cualquier momento y desde cualquier lugar. No importaba dónde estuviera, podía convocar el Horno Eterno siempre que existiera la Grieta del Vacío en las inmediaciones.
Para Lin Li, esa era la mejor recompensa.