Parándose sobre el pecho de Zhao Yanzi con sus patas traseras, Blanquita sacó su roja lengua como una lija y comenzó a lamer con cariño su pequeño y tierno cuello.
"¡Como te atreves a propasarte con las chicas!" Hao Ren no pudo soportarlo más. Agarró a Blanquita por el cuello y la arrojó a la playa.
Meneando su cola, Blanquita no parecía estar avergonzada en lo más mínimo.
Sus meticulosos planes demostraban su inteligencia. Nadando sobre la superficie del océano, alcanzó hace mucho la cubierta del yate y se ocultó en silencio detrás de los salvavidas, todo el camino hasta la isla.
De esta forma, cuando finalmente apareció, Hao Ren no pudo enviarla de regreso.
—Vamos. Podemos dejar primero nuestras cosas en el hotel —sugirió de forma casual Zhao Hongyu.
Ahora que tenía puesto su traje de baño, Zhao Hongyu lucía aún más joven de lo usual.