Todos quedaron perplejos ante la respuesta del pequeño Daoista Zhen.
—¡Ok! ¡Ok! ¡Puedes vivir en nuestra casa! ¡Me agrada este niño! —dijo la abuela, que fue la primera en responderle.
El pequeño Daoista Zhen, que vestía una túnica marrón y tenía una cola de caballo en la parte de arriba de su cabeza, le recordaba a los niños que veía en la campiña cuando ella era joven. Para ella lucía particularmente adorable.
Además, el pequeño Daoista Zhen tenía mejillas gordas y redondas. A todos los ancianos el agradaría.
Después de titubear por algunos segundos, Zhao Guang supo que no podría disuadir al pequeño Daoista Zhen. Dijo—: Congming, puedes vivir aquí, pero no puedes causar problemas.
—¡Nunca! —respondió el pequeño Daoista Zhen sacudiendo repetidas veces su cabeza.
—Pero —dijo señalando a la abuela, y agregó—: Debes prepararme comidas deliciosas todos los días.
"Este niño es muy fastidioso…" Pensó Hao Ren mientras lo miraba.