Sin prestarle atención a la reacción de Hao Ren, Zhao Yanzi se apresuró hacia el templo Daoista. Cargando su mochila, Hao Ren cruzó la entrada del templo después que ella.
Los aleros dorados del templo absorbían los últimos rayos del sol de la tarde y el templo Daoista entero parecía solemne y sereno.
Ya que ya era de tarde y el templo estaba situado en la cima de la montaña, no había ningún visitante. Cómo no habían teleféricos, sólo las personas que estuvieran en forma y fueran determinadas como Hao Ren y Zhao Yanzi serían capaces de visitar el templo a esta hora. De otra manera, uno tendría que comenzar a escalar temprano en la mañana de manera de poder llegar allí hacia el mediodía y entonces pasar la tarde entera regresando abajo.