Durante los dos días que siguieron, Hao Ren no dio clases a Zhao Yanzi; en su
lugar aprovechó ese tiempo en las noches para practicar, y corría largas distancias
en el campo deportivo. No esperaba ganar el primer lugar, pero tampoco deseaba
terminar último.
Confiaba en que sus habilidades para las largas distancias aún seguían allí y que
solo tenía que recuperar su forma.
Con apenas 4 o 5 lámparas que iluminaban la pista de carreras sintética de 400
metros que circundaba el exterior de la cancha de futbol, todo el campo deportivo
lucia apacible y solitario.
Regulando su respiración y sus pasos, Hao Ren practicó solo. Había elegido
practicar aquí a las nueve en punto de la noche a propósito.
En una hora, la entrada a los edificios de dormitorios sería cerrada. Los jugadores
de básquetbol y fútbol ya habían regresado todos, y por eso nadie lo distraería
mientras practicaba.