Después de poner su propia vida en peligro, Nian Xiaomu de pronto entendió las palabras de Tan Bengbeng.
«Deja el pasado atrás. ¡Es más importante atesorar el presente!»
Nian Xiaomu cerró sus labios y vio con tristeza el viejo patio que estaba frente a ella.
—Joven Amo Han, los vagabundos han desaparecido. —el asistente le reportó después de mirar alrededor del patio.
Todo el patio estaba vacío. No había ni una sola persona en éste.
Había una sensación inquietante que persistía.
Yu Yuehan le agarró la mano a Nian Xiaomu para asegurarse que ella no se apartara de su vista.
Él la llevó directo a la puerta de la Residencia Ancestral de la Familia Tan.
La puerta principal de la mansión se veía exactamente igual a la última vez.
Nadie limpió. Sin embargo, el candado con números que estaba sobre la puerta todavía se veía como nuevo.
Nian Xiaomu lo revisó.
Ella no lo recordó mal, era una contraseña de seis dígitos.