Para Wen Yadai, la existencia de Yu Yuehan era similar a la luz. Ella había estado persiguiendo a Yu Yuehan por más de 10 años.
No había nada que temiera más, excepto el no poder volver a verlo.
Sin embargo, ahora se quedó sin nada...
El cuerpo de Wen Yadai se relajó y se desplomó por completo en el suelo.
Ella se había equivocado.
Ella realmente había hecho mal...
Al ver que Wen Yadai estaba sumida en una confusión, el asistente, quien estaba de pie a su lado, avanzó con velocidad para detenerla. Luego se quitó la corbata del cuello y la envolvió alrededor de su muñeca.
El corte no fue muy profundo, por lo que el sangrado se detuvo muy velozmente.
Su vida no corría ningún peligro.
No obstante, Wen Yadai palideció y no se veía diferente a un cadáver.
Al escuchar las palabras de Yu Yuehan, sintió como si su alma hubiese sido extraída de su cuerpo.
No hubieron más reacciones de su parte.