—Si no puedes hacerlo, entonces no te llames a ti mismo mi pájaro.
Los pasos de salto únicos de Flamita venían de atrás. Una multitud de familiares miraron al Mar Gordo, que yacía en el arroyo, cada uno con sentimientos complicados.
Como bien saben sus amos, en el pasado siempre habían sido ellos los que se enfrentaban al peligro, pero desde que Gran Mar Gordo se había unido... Cada vez que el amo se encontraba en una situación peligrosa, lo dejaba en manos de Gran Mar Gordo.