Gao Peng pensó que podrían encontrar fácilmente los laberintos subsiguientes. Sin embargo, parecía que Gran Mar Gordo los estaba guiando en círculos.
—Aquí… No, aquí no. La dirección está un poco desviada… No, aquí tampoco. Creo que venimos de aquí. Puede que hayamos girado en un lugar equivocado. Yo, Gran Mar Gordo, juro que esta vez los guiaré por el camino correcto. ¡Y que me parta un rayo si no lo logro! … Lo siento, Gao Peng. En este punto, ya no me importa si me parte un rayo. ¡Dame una oportunidad más, solo una! ¿Por qué me miras así? Puedo sentir que estamos cada vez más cerca —dijo Gran Mar Gordo con una modestia fingida mientras giraba, su enorme cara redonda estaba arrugada de la concentración.
—¡Pah! —Doradito le escupió. —Tenemos medio año buscando. ¡Has dicho la misma estupidez unas 124 veces!