Con todas las anormalidades desapareciendo, Klein lanzó un ligero suspiro de alivio. Comenzó a observar su entorno. Luego, seleccionó y se ubicó en un lugar no muy oscuro entre las sombras gracias a la tenue luz de la luna. Eso de forma a evitar sufrir ataques repentinos.
Los pocos segundos que acabó de vivir le hicieron llegar a una teoría sobre las pálidas figuras y los gruñidos bestiales en el exterior.
¡Eran los cadáveres que estaban colgados dentro de la catedral, produciendo los delirios de "Hornacis... Flegrea..."!
Cuando Klein atravesó la pared y salió de la catedral, los cadáveres que colgaban de arriba se volvieron hacia la vela encendida, y no apareció ninguna figura en la calle hasta que Klein usó remotamente el Control de Llamas y apagó la flama. ¡Recién en ese instante todo volvió a comportarse como antes!