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La pequeña criatura no pudo disimular la emoción en sus ojos. Cada vez que tomaba el control de la Torre de Guardia Dao y la usaba para lidiar con figuras poderosas, se sentía extremadamente feliz.
Si lograba tener una "lucha justa" contra esos poderosos cultivadores, probablemente sería aniquilado con facilidad. Sin embargo, como tenía la Torre de Guardia Dao a su disposición, ¡podía jugar con ellos! Por el momento ese era el único punto brillante en su vida, la razón por la que seguía viviendo. El Sithe había sido derrotado y las órdenes de su amo lo obligaban a quedarse ahí para siempre. Su vida era una de soledad y desesperación. Si no tuviera ese entretenimiento ocasional, ¿cómo mantener las ganas de vivir? Su Corazón Dao probablemente se habría derrumbado hace mucho tiempo y se habría suicidado.