Meng Hao tembló, su cara estaba pálida. Al principio, trató de no calcular cuánto había perdido, pero al final no pudo detenerse. Su mente se llenó de un número aterradoramente enorme de puntos de mérito, y casi tosió un bocado de sangre.
—¡Lo arruiné! ¡Realmente lo arruiné! —Tenía ganas de llorar, pero le salían las lágrimas. Todo lo que podía hacer era maldecir su horrible suerte por haber completamente desperdiciado una oportunidad tan buena de ganar puntos de mérito.
Ante este pensamiento, echó la cabeza hacia atrás y rugió, lo que hizo que bastantes pájaros cercanos se dispersaran en vuelo.
Temblando, con el corazón sangrando, la cara pálida, Meng Hao se sentía completamente desprovisto de energía. Despreocupado y deprimido, fue en este punto en el que notó repentinamente que alguien volaba por el aire detrás de él.
Se volteó sutilmente y vio a una joven; su rostro demacrado hizo que ella se quedara mirándolo asombrada.