—Este continente es como un espejo, y dentro de él hay un campo de batalla —murmuró Meng Hao—. Los objetos en el campo de batalla pueden emerger hacia el exterior. Sin embargo... Esos mismos objetos aún permanecen en el campo de batalla dentro del espejo...
—Esto... Esto... —La mente de Meng Hao estaba llena de un intenso estruendo. Empezaba a sentir que sabía lo que estaba pasando, pero la explicación hizo que empezara a jadear y que su cara temblara.
—Qué extraño ¡Es tan similar al espejo de cobre y sus poderes de duplicación! —Eso era lo que lo tenía tan agitado.
Él era la única persona que podía hacer tal conexión. Nadie más tenía su espejo de cobre, ni conocían las cualidades del espejo que desafiaban al cielo. Por lo tanto, naturalmente sería imposible que alguien llegara a la misma conclusión.
Después de todo, el pensamiento de cada uno está limitado por el alcance de lo que conoce. Pensar fuera de lo conocido era algo extremadamente difícil.