Linley aterrizó en un lado del lago. Lleno con emoción, miró a Delia, cuyos ojos estaban llenos con lágrimas no derramadas. Él tuvo la repentina urgencia de tomar inmediatamente a Delia en sus brazos. Pero a pesar que tenía esa urgencia, aún estaba de pie frente a ella, su boca abierta, no sabía qué decir.
Él tenía millones de palabras en su corazón, pero no podía hacer que ninguna saliese.
—Linley, no has cambiado.
Delia rio. Ella fue la que lo tomó con su mano izquierda.
Viendo esa blanca y delicada mano, Linley fue aturdido por un momento. Delia lo miró desde la esquina de sus ojos y dijo: —Oye, tonto, ¿vas a hacer que utilice la Técnica Ascendente, solo para poder llegar al centro del lago?
Había una distancia de muchas docenas de metros desde allí hasta el centro del lago. Si Delia no usaba la Técnica Ascendente, no sería capaz de llegar.