Ya eran las cinco de la tarde. Al ser invierno, estaba oscuro ahora. Pero con ese tipo de iluminación, las ondas de aire oscilantes se hicieron aún más obvias. Los trozos de luz estrellados en las ondas bailaban como luciérnagas. La situación era extraña y Elin susurró:
—Démosle un vistazo.
Link asintió. Miró la bola de ondas y caminó unos 150 pies. Pero luego sucedió algo aún más extraño. Descubrió que, aunque iba recto y en la misma dirección, el camino se curvaba sin que él se diera cuenta. La bola de ondas apareció ante él de nuevo. Como mago espacial, Link naturalmente sabía lo que había sucedido.
—No podemos evitarlo. El espacio aquí ha sido completamente distorsionado. Nos toparemos con él sin importar a dónde vayamos.
Elin estaba un poco asustado.
—¿Qué deberíamos hacer? —Susurró.
—Vamos a conocerlo.