—Huo Siyi, ¿qué quieres? Deja de decir tonterías y ve al grano.
—Quiero que vengas, solo... ¡De lo contrario, mataré a Huo Mian!
—¿No quieres el dinero del rescate? —Huo Siqian se sorprendió un poco.
—Puede que no lo sepas, pero no me falta dinero... Ya me he hecho un nombre fuera de este país. El dinero no es lo que quiero, ¡quiero venganza! Te daré una hora y si no estás aquí para entonces, Huo Mian va a morir.
—No la toques. Iré. —Huo Siqian respondió a la petición de Huo Siyi inmediatamente sin pensarlo más.
—Parece que tengo razón. La amas. —Huo Siyi se rió con maldad.
—¿Cómo te encuentro?
—Sólo toma tu teléfono y déjalo en paz. Haré que alguien te busque. Recuerda, no te atrevas a jugar conmigo. Si descubro que alguien te está siguiendo, mataré inmediatamente a Huo Mian.
Huo Siyi se dio cuenta de que Huo Mian era el punto débil de Huo Siqian. Cada vez que Huo Siyi mencionaba a Huo Mian, Huo Siqian se ponía ansioso.