El sol apenas comenzaba a colgarse del horizonte cuando Melisa se dirigía a los campos de entrenamiento habituales que compartía con Cuervo.
«Dos días», pensó Melisa, con el estómago retorcido de nervios. «Solo dos días más para el torneo.»
Había estado entrenando más duro que nunca estas últimas semanas, esforzándose al límite en preparación para este momento.
Pero ahora, con el evento tan cerca, no podía evitar sentir un atisbo de duda.
«¿Estoy lista? Quiero decir, he aprendido tantos hechizos, pero ¿y si los otros estudiantes también?»
Sacudiendo la cabeza, Melisa apartó esos pensamientos.
No podía permitirse dudar de sí misma, no ahora. No cuando tanto dependía de su desempeño.
«Básicamente estoy cargando la reputación de un grupo entero de personas sobre mis hombros. Eso es tan loco.»
Al acercarse al área de entrenamiento, divisó una figura familiar esperándola.