—Y entonces, la valiente princesa se aventuró en lo profundo del bosque encantado —leía Margarita—. ¡Siguió el camino de las setas luminosas!
Hazel dio un respingo, sus pequeñas manos aferrándose al borde del libro de cuentos.
—¿Encontró el cristal mágico? ¿El que rompería la maldición sobre el reino? —preguntó.
Margarita tuvo que contenerse físicamente para no reírse.
—¡Lo hizo! La princesa enfrentó muchos desafíos en el camino, pero nunca se rindió. Porque creía en sí misma y en el poder de sus sueños —respondió.
A medida que Margarita pasaba las páginas, su mano se ralentizó, congelándose con una página entre sus dedos.
Su mente se desvió hacia el increíble viaje por el que había pasado su familia.
Habían pasado 8 años desde la milagrosa recuperación de Melisa, y la vida se había asentado en una nueva normalidad.
Hazel, a diferencia de su hermana mayor, era una niña perfectamente ordinaria, al menos hasta ahora, sin señales del extraordinario intelecto que Melisa poseía.