—¿He oído de Brook que el Mago Felic ha comprado un par de dagas en mi tienda? —eso fue lo primero que dijo el viejo, después de sentarse al lado de Lin Li.
Lin Li no pudo evitar sentirse cauteloso. ¿Podría ser que este anciano supiera algo sobre las dagas? De lo contrario, ¿por qué las habría mencionado? Con tal sospecha, Lin Li asintió con cautela.
—Así es. Pero, Sr. William, ¿hay algo de malo en eso? —respondió Lin Li.
—No, no, no. No he querido decir que hayanada de malo... —respondió William. La pregunta de Lin Li no le quitó la sonrisa en su rostro. —Sólo tengo curiosidad acerca de la razón que te atrajo hacia ellas. Han estado en la sala de exposición alrededor de una o dos décadas. Si Brook no las hubiera mencionado en este momento, me habría olvidado de ellas...