—Creo que ya es suficiente —murmuró lentamente Aiden—. ¿Se arrepienten de lo que le hicieron?
Aiden señaló a Emma mientras pronunciaba esas palabras. No los iba a matar hasta que se disculparan con Emma. Después de todo, esto lo hacía por ella.
Se acercó lentamente a ellos y los agarró por la ropa, arrastrándolos lentamente por el suelo. Sus rostros y sus prendas se magullaban y desgarraban. Una vez que estuvieron frente a Emma, Aiden los soltó en el suelo.
—¿Todavía no tienen nada que decir? —preguntó.
Los tres intentaron abrir la boca para decir algo, pero Aiden les propinó una patada en el estómago a cada uno.
—¿Pueden repetirlo? No lo escuché.
Emma observó esto y no pudo evitar apartar la mirada. Era demasiado para ella. Nunca había esperado que Aiden llegara tan lejos por ella. Había oído hablar de matarlos, pero pensó que no había estado hablando en serio. Pero viendo el estado de esos tres, estaba claro que si continuaba así, seguramente morirían.