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64.28% Dulce engaño / Chapter 99: Tengo miedo de que llores ahora

Chapter 99: Tengo miedo de que llores ahora

Álvaro quería que Eduardo se fuera, pero también temía por su seguridad. Afortunadamente, Isaac todavía estaba en Ciudad H, Álvaro le llamo y le pidió que enviara a Eduardo de vuelta a la mansión de la familia Ayala. Si fuera posible, esperaba que Isaac pudiera quedarse allí para cuidar de los niños durante los próximos días.

Eduardo estaba muy feliz al saber que Isaac iba a protegerlos. A través de este incidente del secuestro, Eduardo se dio cuenta de que las cosas que Isaac le enseño eran especialmente útiles. Lo que faltaba ahora era la habilidad de defensa. Si Isaac pudiera quedarse y enseñarles, estaba seguro de que podría convertirse en el más hábil.

También se dio cuenta de que solo cuando fuera más fuerte podría ser capaz de proteger a su madre y su hermana y no dejar que ellas se preocuparan por él. Para llegar a este objetivo, él podía soportar todos los sufrimientos. Pensando en esto, Eduardo salto de su silla.

-Mama, me voy. No tienes que preocuparte por mí. Adriano y yo estaremos bien con el instructor Isaac. Cuida bien de él. -por el tono de Eduardo, no era difícil decir que admiraba mucho a Isaac y no le gustaba Álvaro. Por eso el hombre se sentía impotente. Sin embargo, Eduardo no le dio la oportunidad de hablar. Agito su mano y dijo: -Esperare fuera para evitar sentirme asqueado otra vez. -después de eso, saco la lengua y escapo con el estofado.

Samara curvo las comisuras de sus labios ligeramente. Eduardo no había mostrado una expresión tan infantil desde hacía mucho tiempo. Ella incluso sintió que su hijo era un adulto pequeño. No esperaba que el liberara su naturaleza en Ciudad H y se convirtiera en más inocente.

-Eduardo esta más alegre después de volver a Ciudad H. -Samara dijo sinceramente.

Tal vez aquí al no necesitar ver a Laura sufrir todos los días, ni a Samara llorar, ni tener la necesidad de sentir miedo, temiendo a que su hermana no saliera de la sala de operaciones. Aquí él era Eduardo.

Era un niño de cuatro años que tenía sus propios compañeros y también tenía cosas que hacer. Aunque todavía estaba preocupado por Laura, había mucha diferencia entre acompañarla en persona y preocuparse por ella a lo lejos.

Samara sentía que no era una buena madre. Ella dejo que Laura sufriera mucho desde que nació, hizo que Eduardo perdiera su infancia y felicidad e incluso hizo que su vida fuera muy caótica. Si hubiera sabido que traer a Eduardo de vuelta la haría tan feliz, tal vez debería haber vuelto unos años antes.

Álvaro vio que las emocionasen los ojos de Samara eran muy complicadas, no sabía en lo que ella estaba pensando, pero después de oír su comentario sobre Eduardo, carraspeo y dijo:

-Por supuesto que esta más alegre. ¡Soy su padre! ¿Qué es mejor que tener a sus padres juntos? No importa cuánto amor le den los demás, no se puede comparar con el amor de sus padres.

Estas palabras fueron como un relámpago explotando en la cabeza e Samara. En los últimos cinco años, Carlos la trataba tan bien que ella incluso quería escapar, no hablar de como trataba a los niños. Sin embargo, Eduardo siempre era muy sensato frente a Carlos e incluso era muy maduro. ¿A caso era porque sabía que Carlos no era su padre?

¿Podría ser que tenía miedo de que, si no obedeciera o se portara bien, a Carlos no le gustaría y perdería su cuidado por ellos? Samara nunca había pensado en esto antes, pero cuando Álvaro lo menciono, ella de repente tuvo esta idea.

Aunque Eduardo era un niño, era muy sensible desde la infancia. A menudo podía sentir el estado de ánimo de los adultos, por eso siempre era muy obediente. Antes pensaba que esto era bueno, pero acababa de cambiar de opinión.

El debería pasar una infancia despreocupada, pero debido a la implicación de Laura, reprimió su naturaleza e incluso alago a Carlos. Aunque el no actuaba de manera tan obvia, estudiaba mucho y siempre era obediente, ¿sería para ganar el favor de Carlos?

Sin embargo, frente a Álvaro, Eduardo actuaba con más naturaleza. Podía hacer y decir lo que quisiera sin dudarlo. Ahora que él ya sabía que Álvaro era su padre biológico y que estaban conectados por la sangre, no le importaba que su obstinación o palabras caprichosas pudieran ofenderle, o hacer que Álvaro se disgustara, ya que sabía que no importaba lo que hiciera, Álvaro siempre seria su padre y lo perdonaría.

Samara de repente sintió que había fracasado como madre. Ella siempre trabajo duro para vivir y quería ser más independiente, tratando de darle a Eduardo y Laura mejores condiciones de vida, pero no sabía que había causado que su hijo viviera una situación tan humillante e incluso percibiera las reglas del mundo de los adultos tan temprano.

Samara se sentó frente a Álvaro con lágrimas en los ojos, como si estuviera a punto de llorar en el momento siguiente. Álvaro se sintió muy preocupado por ella de repente.

- ¿Qué pasa? ¿dije algo malo? Me conoces, no sé cómo complacer a las mujeres. Si no te gusta algo que he dicho, dímelo. Cambiare. No llores, ¿vale? No tengo miedo de nada, pero tengo miedo de que llores ahora. -Antes de que Álvaro pudiera terminar de hablar, ella ya se había metido en su abrazo.

Ella dijo sollozando:

-Álvaro, ¿he estado equivocada durante los últimos años? Debería haber vuelto antes.

Aunque no vio la cara de Samara, él podía sentir que un líquido caliente fluía a lo largo de su cuello. Suspiro y dijo:

-Volver ahora tampoco es malo. Compensare los cinco años que hemos perdido.

-Puedo confiar en ti, ¿verdad?

- ¿En quién más podrías confiar? -Álvaro el saco de sus brazos y dijo con una sonrisa: -Mírate, eres la madre de mi hijo y todavía lloras como una niña. Otras personas van a pensar que estoy complaciendo a mi hija.

- ¿Tu hija es tan vieja? -Samara estaba un poco avergonzada.

Álvaro se inclinó suavemente y limpio sus lágrimas con el dedo. Él sonrió y dijo:

-Si tuviera una hija tan llorona como tú, probablemente tendría un ataque al corazón.

- ¿Por qué?

-Porque me preocuparía por ella. No soportaría verla llorar. Los chicos pueden ser criados al azar, las chicas deben ser tratadas como princesas. Después de todo, se van a casar en el futuro. ¿Cómo no me voy a preocupar si mi hija solo va a estar con nosotros por 10 o 20 años? -dijo Álvaro con una sonrisa, pero Samara se sentía muy culpable.

Si Álvaro se enterara que tenía una hija que sufría una enfermedad desde que nació, que incluso ni siquiera había salido del hospital hasta ahora, no sabía cómo sentiría su corazón. Así que decidió no informarle aún. Mejor lo dejaba experimentar el orgullo de ser padre por un tiempo. Después de todo, ella no se atrevió a pensar en lo que él tendría que enfrentar después de ver a Laura.

-Lo hablaremos más tarde cuando tengamos una hija. -Samara desvió rápidamente el tema.

Sin embargo, Álvaro no sabía en lo que ella estaba pensando. Él sonrió y dijo:

-Mejor cuando me recupere, vamos a engendrar una hija, ¿Qué te parece?

Samara volvió a sentirse triste.

-Lo hablaremos más tarde. Date prisa y come. La comida se enfriará pronto. Josué dijo que tienes problemas estomacales, así que deja de bromear. -Samara lo empujo rápidamente y recogió el termo.

Sin embargo, Álvaro pensaba que Samara todavía no lo había aceptado, por lo que no quería discutir el tema de tener una hija con él. Parecía que tenía que darse prisa en investigar lo que paso años atrás. Aunque podía adivinar vagamente algo, todavía no lo sabía bien. Si quería saber por qué Samara lo rechazaba tanto, todavía necesitaba saber toda la verdad.

Samara saco la sopa de pollo y se la sirvió a Álvaro.

-Tienes que alimentarme, me duele el brazo. -dijo el desvergonzadamente.

Samara suspiro y dijo:

-Recuerdo que tu herida está en el pecho.

- ¿No me puede doler también el brazo? -dijo Álvaro descaradamente. Samara dejo de discutir con él. Se sentó a su lado y le dio de comer.

Álvaro sintió que ya no era importante cuantas heridas tenía. En ese momento, la persona a la que más amaba estaba a su lado, esto era suficiente para él.

- ¿Puedes pasar el resto de tu vida conmigo? -aunque sabía que Samara podría no estar de acuerdo, Álvaro todavía se lo pregunto con esperanza.

Samara no pudo soportar verlo así, por eso se dio la vuelta rápidamente y dijo:

-Ya he dicho que una vez te recuperes, iremos a Estados Unidos. Siempre que esa persona nos permita estar juntos, no me separare de ti por el resto de nuestras vidas. No importa el tipo de sufrimiento que pasemos, no voy a alejarme de ti.

Álvaro estaba un poco decepcionado.

- ¿Es esa persona tan importante para ti? ¿necesitamos su consentimiento para estar juntos?

-Si, si no fuera por esa persona durante estos cinco años, no estaría en este mundo. Es un ángel, la motivación para que yo y Eduardo vivamos. Siempre que esta persona este a salvo y feliz, estaré dispuesta a hacer todo lo que quiera. -Samara recordó la cara pálida de Laura y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Álvaro se sentía celoso. No era bueno para el que su mujer tuviera una relación tan profunda con su rival. Desafortunadamente, no podía retroceder en el tiempo y salvarla en ese instante. En ese momento, solo podía soportar los celos.

- ¿Y si no está de acuerdo? ¿de verada no te quedaras a mi lado? -cuando Álvaro pregunto eso, de repente se sintió nervioso. Quería saber la respuesta, pero temía que esa respuesta fuera algo que no quisiera escuchar.


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