–Tendremos que entrenarlo más duramente– concluye Shi muy seria.
–Sí. Hemos sido demasiado blandas. Tenemos que hacer un guerrero de él– la apoya Shi.
–No podemos decepcionar a Huan'er– está de acuerdo Yu.
–Será divertido– conspira su hermana.
–Yo me apunto– se une Shun.
–Ja, ja. Pobrecito– se ríe Liang.
–¡Wei te apoya!– levanta Shun las manos de su hija. Es graciosa.
–Yo te curaré las heridas– me susurra sensual Ma Lang en el oído.
–¡Eh! ¡No te aproveches!– protesta Song.
–Tch. Se está volviendo demasiado atrevida… Algo tendremos que hacer con ella– amenaza Shi, poniendo una voz malvada.
Ma Lang se esconde detrás de mí. Les saca la lengua. A veces, consigue romper un poco su timidez. Aunque le cuesta. Las demás se ríen.
Hong ahora mismo está con Bronceada. Wan no ha querido dejar sus pociones a medias. Está esperando con demasiadas ansias llegar al reino de Alma. Que yo llegue a la etapa dos. No queda mucho, pero aún le toca esperar.
Solo espero que no haya ningún problema. Subir sus etapas en Génesis es fácil. Pero un reino es más serio. Y nunca lo he hecho. Espero que todo vaya bien. Tengo que reconocer que me da un poco de miedo que algo falle. Hacerles daño. Aunque es aún pronto para preocuparse.
Ahora, de lo que tengo que preocuparme es de que no vayan en serio. Les he contado sobre mi conversación con Fen Huan de ayer. Les ha gustado la parte de "ser un guerrero".
En un primero momento, no les gustaba Fen Huan. Por lo que le hizo a Pen. Aunque luego se redimió comprándola. Y sometiéndose a ella. Después de salvarme, le están agradecidas. Espero que no tanto como para torturarme en los entrenamientos.
–Tened piedad– suplico, queriendo parecer asustado.
Ellas se ríen. Algunas se acercan y me besan. Aunque ninguna asegura de que la vaya a tener. Incluyo me sonríen amenazantes. Sin duda, les encanta divertirse a mi costa. Bueno, tampoco es que me moleste. Me gusta verlas sonreír. Aunque sea yo la víctima. Suficiente han sufrido.
–Quizás, podríamos dejarnos sobornar– sugiere Liang.
–Oh, eso parece interesante. ¿Qué propones?– pregunta Song.
–¿El mismo trato que Huan'er y Pen'er? ¿Y el que les dará a las otras dos hoy?– propone Liang.
–¡Voto sí!– levanta la mano Yu.
Todas levantan la mano. Shun además levanta las dos de Wei. Me la quedo mirando.
–Vota por Hong y Wan– asegura Shun, queriendo parecer inocente.
Todas se ríen. Luego me miran.
–Mañana por la noche eres nuestro– me amenazan.
Lo estoy deseando. Hoy no puede ser. Prometí ir a la "inauguración".
—————
Bei Liu y Bi Lang me hacen entrar en su nueva cabaña doble. Me dan inmediatamente acceso a ella.
–Por si quieres sorprendernos alguna vez– propone Lang'er sugerente.
–No nos resistiremos– asegura Liu'er.
Yo les aprieto las nalgas. Mientras ellas me besan las mejillas. Una a cada lado. Y me enseñan la nueva cabaña. Bueno. Más bien, me llevan a la cama doble.
Hace no mucho, les pregunté por qué no vivían en una misma cabaña. Que podían tener una más grande para las dos. Recuerdo cómo me miraron. No lo sabían. Así que acabaron pidiéndola. Hoy la estrenan. La estrenamos. Querían hacer una fiesta para la inauguración. Pero lo han dejado para otro día. La razón es obvia. Son demasiado pervertidas. Prefieren inaugurarla de una forma un tanto más íntima. Más sensual.
Es como la de las gemelas. Una habitación más grande. Aunque Yi y Yu tienen campas individuales. Ellas me arrastran a la suya doble. Estiran de mis brazos. Me hacen caer sobre ellas.
Por alguna extraña razón, mis manos acaban en sus pechos. Y se ponen a acariciarlos. A estrujarlos. Metiéndose entre sus ropas. Sin necesidad de pelearse con sus inexistentes sujetadores.
Llevan unas camisas ajustadas que les llegan apenas a la cintura. Que acaban desabrochadas. Se las dejo puestas. Apenas les cubre. Y les quedan muy sensuales. Igual que sus minifaldas. Muy minis. Ni ellas se atreven a llevarlas fuera. En cuanto a ropa interior, no llevan.
En lo que a mí respecta, simplemente me desnudan. Se turnan en atacar mi miembro. Mis pezones. Mi boca. Mis orejas. Incluso mi ombligo. Yo tumbado bocarriba sobre la cama. A su merced. Disfrutando de ello.
Aunque mis manos siguen jugando con cualquier parte de sus cuerpos que tengan al alcance. Preferiblemente, sus pechos o sus nalgas. Aunque también me gusta tener sus cabellos entre mis dedos. Acariciar sus labios con las yemas. Sus mejillas. Sus cinturas.
Se relamen cuando me corro en sus bocas. Me miran sugerentes. Juegan un poco más con mi miembro. Antes de que Bei Liu me cabalgue. Mientras Bi Lang nos mira. Masturbándose. Esperando su turno.
–¡¡Aaaaahhh!! ¡Otra vez dentro! ¡Otra vez en casa! ¡¡¡HHHAAAAAaaaahhhhHH!!!– declara al hacer que la penetre.
Se me queda mirando. Mordiéndose el labio. Moviéndose con mucha suavidad. Y sensualidad. Conteniéndose. Alzándose sobre mí. Mostrándome su cuerpo apenas cubierto por sus escasas ropas.
De repente, se inclina. Para llegar a mis labios. A besarme apasionada. A la vez que los movimientos de su cintura aceleran, ansiosa.
–Siete segundos. No has aguantado mucho sin atacarle. Mmmm– ríe Bi Lang, con su mano acariciando su clítoris, mordiéndose el labio.
–¡Aaah! ¡Lo había echado demasiado de menos! ¡¡Aaaaa…!! ¡¡Mmmmmmh!!– gime Bei Liu.
Nuestros labios se han separado unos instantes. Pero me he incorporado lo suficiente. Los he vuelto a sellar. Atrapando también su pecho con mi mano. La otra en su espalda. Apretándola contra mí.
No para hasta sufre un pequeño orgasmo. Momento que aprovecho para moverme yo. No dejándole descansar.
–¡Espera! ¡No! ¡¡AAAAAAAHHHHH!!
Acaba descansando sobre mí un rato más tarde. Llena de mí. Tras tres orgasmos seguidos. Cada uno más intenso. Abrazándonos. Hasta que Bi Lang la empuja. Limpia mi miembro. Me cabalga. Y también acaba apasionada besándome.
–Ahora sí que está en casa… ¡¡Aaahh!!– asegura.
–Seis segundos– se oye la voz cansada de Bei Liu a un lado un poco después.
–¡¡Aaaah!! ¡Si no estabas mirando! ¡¡Aaaaahh!! ¡Aaaaaahhhh!– se queja su amiga
–¡Pero seguro que ha sido menos que yo! ¡Estabas demasiado excitada!
–¡Mentira! ¡¡Aaaaahh!! ¡MMmmmmhh!!
No la dejo quejarse más. Sus labios son míos. Toda ella es mía. Parece que yo también soy suyo. Su lengua me reclama. Apenas nos separamos mientras follamos. Mientras llegamos al límite. Y la lleno también en el tercer orgasmo seguido. Igual que a su amiga. Si no, una de las dos se quejará.
Tras un breve descanso, las vuelvo a follar. Una tras otra de nuevo. Esta vez a cuatro patas. Aún con sus minifaldas puestas. Con sus medias camisas abiertas. Me dan fácil acceso a sus nalgas. A sus pechos. Sin dejar de penetrarlas por detrás.
–Kong… No… Ten piedad…– me suplica Bei Liu cuando me acerco a ella por tercera vez y la acabo de desnudar.
–No hay piedad para ti– me niego, queriendo parecer malvado.
–¡Nooooo!– grita.
Aunque, a pesar de sus gritos, abre las piernas para recibirme otra vez. Su amiga simplemente se rinde un rato después, no ofreciendo ni amago de resistencia. Aunque haciéndose la víctima también.
Acaban agotadas. Durmiendo sobre mí. Sonriendo satisfechas. Han sido muy dulces en sus "buenas noches". Pidiéndome que las despierte con sexo. No es que sea la primera vez.
Así que eso hago a la mañana siguiente. Dándoles la vuelta. Con ellas de lado. Despertándolas penetrándolas desde detrás. Yo también de lado. Levantándoles la pierna. Asegurándome de que la otra no despierte hasta que llegue su turno.
Las dejo después sobre la cama. Desde la que me despiden perezosas. Llenas otra vez de mí. Dándome un beso desde la distancia con sus manos. Guiñándome un ojo. Las sábanas medio cubriéndoles. Mostrando mucha carne. Son realmente sensuales.
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Por la noche, las chicas hacen una excepción. Bueno, no es la primera vez. De hecho, empezamos por la tarde. Avanzada la noche, acabamos. Después de dejarnos llevar por nuestros instintos. Nuestros deseos. Durante varias horas de sexo. Cuatro veces con cada una.
Se han turnado. Dominado. Dejado dominar. De una en una. De dos en dos. Hasta de tres en tres.
–Ah, no te malacostumbres…– me susurra Song, agotada.
–Tú tampoco– la avisa Shi, también en un murmullo.
–La verdad es que sería fácil hacerlo– añade Liang.
–Es muy tentador– se une Shun.
–No puedo más– se queja Yu.
–Pues bien que lo pedías– la provoca Yi.
–Tenemos que repetirlo– desea Wan, también agotada.
–Mmm– asiente Ma Lang, apenas sin fuerzas.
Estamos todos tirado por encima de las tres camas que hemos puesto. Agotados. Satisfechos. Aunque un pie encima de mi barbilla resulta un tanto incómodo.
A Hong la he follado antes con Bronceada. También intensivo. Y a Rui, Hai, Ning y Rong. Digamos que hoy ha sido un tanto excesivo. Están todas durmiendo.
Aunque no por falta de ganas, esto ha sido una excepción. Bueno, alguna ha insinuado repetirlo. Pero no será pronto. Incluso han amenazado con hacerme entrenar más para recuperar el tiempo. Ojalá pudiéramos simplemente disfrutar sin preocupaciones. Pero tenemos que hacernos más fuertes. Aunque nos hemos librado de Zhi Ru, aún tenemos enemigos. De todas formas, por ahora, me centro en lo inmediato.
–Ja, ja. ¡Para, Kong! ¡Ya lo quito!– saca Yi el pie de mi barbilla cuando le hago cosquillas.
Aunque no se lo dejo sacar del todo. Lo acaricio con suavidad. Incluso lo beso. Y consigo que ella se sonroje un poco. Aunque no dice nada. Supongo que está cansada. O no quiere llamar más la atención de las demás.
Diría que la mitad se han dormido. La otra mitad, no tardaremos mucho. Solo a Shun la mando de vuelta, junto a Wei. Aunque la pequeña aún está dormida.
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A la mañana siguiente, somos todos bastante dulces. Muy suaves. Creo que están aún un poco cansadas. O simplemente, les apetece así.
Voy a hacer copias como siempre. Debo aprovechar mientras pueda. El brazalete con qi me ayuda a alargar el tiempo en el que puedo hacerlo. Pero cada vez tengo menos qi de la etapa uno. Me deben de quedar unos dos meses para la etapa dos. Y ya tenemos los planes preparados para cuando llegue el momento. Dado que Fen Huan no está disponible, tendrá que ser con Di Tao. Es la única que me queda en la etapa 2.
Las gemelas están un poco nerviosas. Mañana viene uno de sus familiares a recuperar los recursos que enviaron a su prima. Preferirían ignorarlo, pero no les queda más remedio que recibirlo. Que ayudarlo. Aunque sea mostrándole dónde tiene que ir.
Ni siquiera saben quién va a venir. Aunque están convencidas de que alguien de la facción de su tío. El que las quería muertas.
Así que, después de visitar a Guo Xua y Lin Tao, soy muy dulce con ellas. Bueno, al menos esa era mi intención. Parece que ellas solo quieren olvidarse de todo por hoy. Son bastante agresivas. En especial Yu. Estoy lleno de mordiscos. Algunos de ellos, los lame su hermana con cuidado. Sugerente. Antes de empujarme sobre la cama y cabalgarme.
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Al día siguiente, acompaño a las gemelas. Hasta cerca del lugar de encuentro. Ellas se asoman. Abren mucho los ojos.
–¿¡Pero… Qué…!?– se sorprende Yi, visiblemente irritada.
–Algo trama. ¿Por qué ha tenido que traerlos?– se queja Yu, preocupada.
Me asomo un momento. Hay un hombre de mediana edad. Lo acompañan dos adolescentes. ¿Quizás veinteañeros? Se parecen, y tienen un aire al hombre. Deben de ser hermanos. No puedo evitar irritarme. Me temo que sé quiénes son.
–¿Vuestros prometidos?– pregunto.
–Sí. Esperaba no verlos hasta dentro de mucho. Con suerte, nunca más. Teníamos que romper con ellos a distancia cuando los sobrepasáramos un par o tres de etapas. Me temo que están nerviosos porque subimos rápido– explica Yi.
Ya lo sabía. Nos lo habían explicado. No creo que sea una visita de cortesía. Como ha dicho Yu, algo deben de tramar. No pienso dejarlas solas. Estaré cerca.
La verdad es que ya les han superado por mucho. Se supone que están en la 5, cuando ya han llegado a la 9. Y pronto cambiarán de reino. Pero es algo que aún no podemos desvelar.
–Sea lo que sea, tenemos que ir. Tendremos cuidado– promete Yu, dándome un beso de despedida. Su hermana hace lo mismo.
–Estaré cerca por si nos necesitáis– aseguro.
Ellas me sonríen antes de marcharse. Yo me aseguro de que no haya nadie, y llamo Shi. Le explico rápidamente la situación. La envío de vuelta. Ellas también estarán preparadas. Si son la mitad de mezquinos de lo que las gemelas cuentan, seguro que tienen razón. Pero tramen lo que tramen, no les dejaremos que se salgan con la suya.