—Papá, ¿qué pasa? —Con su cabecita inclinada hacia atrás, Zhouzhou lo miraba con sus grandes y curiosos ojos, sin entender por qué su estado de ánimo se había vuelto de repente sombrío.
—Qin Lie apretó un poco más su mano y la sostuvo mientras decía:
— Zhouzhou, prométeme a papá que no irás a ese lugar con ellos, ¿de acuerdo? Todo el dinero de papá es tuyo. —No sabía exactamente qué hacía Ye Lingfeng, pero sabía que su línea de trabajo era tan peligrosa como el trabajo de Qin Xu como detective.
—Admitió que tenía miedo.
—Notando claramente sus emociones, Zhouzhou asintió inocentemente, sosteniendo su rostro con sus pequeñas manos. Su suave y regordeta cara se presionó contra la suya y se restregó suavemente:
— Está bien, lo prometo. Papá, no tengas miedo.