—Yang Dani —Feng Caie se apresuró a perseguir a Yang Ruxin, que ya había caminado una considerable distancia—. ¡Detente ahora mismo!
—Segunda Tía... —Su voz aún era ronca, se giró Yang Ruxin y tosió varias veces hacia Feng Caie.
—Tú... tú... —Feng Caie se detuvo—, ¿de verdad tienes tuberculosis?
—¿Qué crees? —Yang Ruxin curvó sus labios en una sonrisa.
—Tú... de verdad estabas fingiendo, pequeña bribona... —Feng Caie de repente se dio cuenta y levantó la mano para golpear.
Sin embargo, justo cuando levantó el brazo, recibió un fuerte golpe en el estómago e inmediatamente gritó de dolor. Retrocedió varios pasos, no logró mantener el equilibrio, y terminó sentada en el suelo con un dolor palpitante en el coxis del que tardó mucho en levantarse.