—¿Estás ahí? ¿Por qué quieres entrar al castillo? —preguntó uno de los guardias.
—Oh, no te preocupes por mí, solo olvidé algo adentro —dijo Aiden mientras comenzaba a entrar como si lo que hacía no tuviera nada de malo.
—No tan rápido —dijo el guardia mientras retenía a Aiden de entrar—. ¿Qué olvidaste adentro?
Aiden, al escuchar esta pregunta, no sabía exactamente cómo responder ya que en realidad no tenía idea de qué tipo de cosas tenían los soldados dentro del castillo.
«¿Una espada? ¿Funcionaría eso?» pensó Aiden, ya que era lo único que se le ocurría en ese momento.
—Mi... mi espada, olvidé mi espada —dijo Aiden mientras se podía sentir cierta vacilación en sus palabras.
—¿De verdad, eh? —dijo el guardia mirando a Aiden de arriba abajo, aparentemente juzgándolo—. Está bien, entra, pero rápido.
Al escuchar que el guardia le daba permiso para entrar, Aiden estaba extremadamente feliz ya que ni siquiera sabía si los soldados guardaban sus espadas en el castillo.