Lucien se inclinó nueve veces ante el caluroso aplauso del público, y luego regresó al escenario para prepararse para la sinfonía final, la pieza sinfónica más importante del concierto de aquella noche.
En la plaza municipal, la gente aún estaba inmersa en la nostalgia. Un anciano de más de sesenta años le dijo a un extraño a su lado que dejara salir su emoción.